Recopilación y notas: Arturo Volantines
Hoy hace cien años nació en Copiapó uno de los más indiscutibles valores de la raza, un hombre que, a medida que pasa el tiempo, rebasa el casillero partidista con el cual se le identificara para transformarse en un símbolo de las virtudes republicanas. “En su rica naturaleza”, decía el periodista conservador Manuel Blanco Cuartín, a raíz del fallecimiento de Pedro León Gallo, “se habían reunido todas las cualidades que enaltecen la personalidad humana, para hacerle ejemplar y simpático. Poseía todos los dones que la Providencia reparte a sus elegidos: talento claro y certero, instrucción sólida, probidad sin mancha, y sobre todo, un patriotismo elevado por su pureza y abnegación hasta la altura del heroísmo antiguo”.
Gallo nació el 12 de febrero de 1830. Es curioso anotar que en el mismo año nacieron Gregorio Víctor Amunátegui, Alberto Blest Gana[i], Ramón Sotomayor Valdés, Diego Barros Arana y Ambrosio Montt Luco. Andando el tiempo, Gallo y los nombrados iban a ser condiscípulos en las aulas del Instituto Nacional.
Fueron sus padres don Miguel Gallo Vergara[ii], primer Gobernador patriota de Copiapó y descubridor del mineral de Chañarcillo, y doña Candelaria Goyenechea.
En el Instituto Nacional tuvo también como compañeros a Miguel Luis Amunátegui, Eusebio Lillo y Guillermo Blest Gana. En 1848, terminados sus estudios de humanidades, ingresó a la Guardia Nacional.
En 1850 hizo su estreno en la vida periodística con algunos artículos en «La Tribuna». Aunque tenía ideas profundamente católicas, ya despuntaba en aquellos artículos el reformador audaz.
En la Revolución de 1851[iii] fue partidario de la causa del Gobierno. Se batió en la Alameda de Santiago con el grado de teniente de Guardias Nacionales.
En 1852 se estableció en Copiapó, su ciudad natal. Explotó con sus hermanos las minas de su padre. Trabajó con gran éxito en los negocios mineros, logrando formarse una considerable fortuna. De vez en cuando enviaba a las revistas algunas composiciones poéticas.
En 1853 fue elegido regidor de la Municipalidad de Copiapó. Trabajó por la abolición de la pena de azotes, que se aplicaba con mucha frecuencia a los soldados de la Guardia de Seguridad. Como, a pesar de todo, el Comandante de Policía insistía en aplicar la pena, contrariando los sentimientos humanitarios del joven regidor, éste protestó de la conducta del Jefe policial, y propuso, en una acalorada sesión de la Municipalidad, un voto de censura al Intendente, don José María Silva Chávez[iv]. En vista de este voto de censura, el funcionario aludido destituyó de su cargo edilicio a Pedro León Gallo. El altivo regidor apeló al Consejo de Estado; este cuerpo aprobó la acción del Intendente.
Desde entonces comienza Gallo a combatir el Gobierno del Presidente Montt. Libra batallas en la prensa, en la tribuna y en los comicios, defendiendo sus ideales y las libertades públicas. Su pueblo le quería y respetaba; lo consideraba su leader, y obedecía sus órdenes.
El 5 de enero de 1859[v], el pueblo de Copiapó fue convocado a un comicio público para declarar la guerra al Gobierno constituido, por no respetar éste las leyes ni los derechos de los ciudadanos. Pedro León Gallo fue elegido, naturalmente, caudillo del movimiento. Al aceptar esta responsabilidad, declaró solemnemente que estaba dispuesto a luchar hasta dar la vida, si era necesario, por librar al país de la tiranía.
Después de haber improvisado un ejército, en marzo de 1859 cruzó el desierto y derrotó a las tropas del Gobierno, mandadas por Silva Chávez (14 de marzo), en la quebrada de Los Loros[vi]. Con los restos de armamentos que dejó abandonados Silva Chávez, el caudillo popular reforzó su ejército. Pero en el segundo encuentro, la batalla de Cerro Grande, (29 de abril)[vii], Juan Vidaurre Leal lo derrotó completamente tras dos horas de rudo combate. Vencido, el caudillo emigró a la Argentina con 700 de sus partidarios. De ahí se dirigió a los Estados Unidos y Europa.
Al regresar al país, en 1862, fue aclamado por todo el pueblo. La juventud le ofreció un banquete en el Teatro Municipal, en el cual hizo uso de la palabra don Benjamín Vicuña Mackenna.
Funcionaba entonces en Santiago el «Círculo de Amigos de las Letras”, institución que le eligió socio, y en la cual leyó sus interesantes traducciones de Víctor Hugo. Escribió también una biografía muy amena y bien documentada del escritor José Joaquín Vallejo[viii].
Muy corta fue su permanencia en Santiago. En 1863 volvió a su pueblo natal, donde fue recibido con delirantes manifestaciones de afecto. El 27 de diciembre de 1863 fundó la Asamblea Radical de Copiapó. Con razón se ha dicho de Gallo que, después de Matta, es el primer hombre del Partido Radical.
En 1866 fue candidato del Partido Radical a la Presidencia de la República. Al año siguiente, fue elegido diputado por Copiapó. En 1876 pasó al Senado como representante de Atacama. Durante los diez años que formó parte del Parlamento, luchó en defensa de los principios que había sustentado en su agitada vida de caudillo y jefe de asamblea.
Gallo no era orador, pero cuando se suscitaban discusiones doctrinarias tenía arranques de elocuencia que apasionaban al auditorio. Domingo Arteaga Alemparte dice en “Los Constituyentes de 1870[ix]”: “Cuando siente el estímulo de la pasión, su espíritu se exalta fácilmente, su voz se hace trueno, su palabra quema y devasta, su discurso se convierte en deshecha tormenta”.
En las horas que le dejaba libre la política, asistía a las sesiones de la “Academia de Bellas Letras”, sociedad que contaba entre sus miembros a los intelectuales más prestigiosos: Manuel Blanco Cuartín, José Alfonso, Daniel Barros Grez, José Manuel Balmaceda, Miguel Cruchaga Montt, Luis Rodríguez Velasco, Guillermo y Manuel Antonio Matta, Fanor Velasco, Augusto Orrego Luco, etc[x].
El 16 de diciembre de 1877 dejó de existir este hombre que fue todo corazón, y que demostró en todo momento de su vida ser un gran carácter. Sus restos fueron trasladados a Copiapó. En la estación de Santiago fueron despedidos por Domingo Arteaga Alemparte, quien dio, en el párrafo que copiamos a continuación, el mejor retrato de la personalidad moral y política del caudillo:
“Enérgico, valeroso, heroico en sus empresas, era modesto, y aun tímido en sus palabras. Poseía la bella ignorancia de su propio mérito, de su importancia y prestigio. Había en esa alma rica de vibraciones y sonidos, arrullos de paloma mezclados con rugidos de león”.
LA FAMILIA GALLO EN CHILE
Casi dos siglos abarca esta familia, originaria de Génova (Italia), trasplantada a Chile en el siglo XVII, reproducida en La Serena y en Copiapó en los albores de la Independencia, y propagada después con una fuerza tal de predominio, que estuvo a punto, en 1859, bajo la personalidad avasalladora y rebelde de Pedro León Gallo y Goyenechea, de ocupar la primera magistratura de la Nación.
El fundador de esta familia en Chile es don José Antonio Gallo Bocalandro, nacido en Viariggi, cerca de Génova. Se estableció primeramente en La Serena, y allí contrajo matrimonio con doña Mercedes Vergara. Después se trasladó a Copiapó y se dedicó a negocios mineros, en unión de uno de sus hijos, don Miguel.
Dos de sus hijos estaban llamados a dar lustre al apellido y riquezas incalculables al país: don Marcos[xi] y don Miguel.
El primero, ordenado de presbítero en 1797, fue elegido diputado por Coquimbo y formó parte del primer Congreso Nacional. Don Miguel ostenta dos grandes títulos ante la historia: es el padre de Pedro León Gallo y el descubridor del mineral de Chañarcillo, el más rico que recuerda la mineralogía de Chile.
DESCUBRIMIENTO DE CHAÑARCILLO
En sus continuos viajes de Copiapó a su ingenio del Molle, don Miguel Gallo Vergara solía descansar en la choza de la india Flora Normilla[xii], en Pajonales. Vivía pobremente esta india, haciendo vida pastoril con su hijo Juan Godoy, arriero y leñador del ingenio del Molle. Llevada de nobles sentimientos de gratitud hacia el patrón de su hijo, ofrecióle en varias ocasiones hacerle dueño de una gran riqueza que había descubierto cerca de su choza. Pero el patrón no escuchó nunca tales ofrecimientos y los creía una simple ilusión de la pobre pastora.
Muerta ésta en 1830, legó a su hijo el secreto que no había querido aprovechar su patrón; pero encargándole que lo participara a éste y procediera de acuerdo con él en el descubrimiento que ella había hecho.
El 16 de mayo de 1832, recibió de parte de Juan Godoy la revelación del secreto comunicado por su madre, y tres días después presentaban ambos al notario de Copiapó el denuncio de la mina “Descubridora de Chañarcillo”. Aquel venero argentífero produjo una riqueza fabulosa y convirtió en millonarios a todos los descendientes del afortunado aprovechador del secreto de la india Flora Normilla[xiii] y a todos los que de él participaron. Cerca de diez años explotó don Miguel Gallo el venero que le había proporcionado la suerte y en ese lapso llegó a ser fabulosamente rico.
A
su muerte (1842), le sobrevivieron tres hijos: Ángel Custodio, Pedro León y
Miguel Gallo Goyenechea[xiv].
[i] Escritor; participó en la Revolución de Los Libres, diciembre 1851, enero 1852 en Copiapó, que es considerada la primera insurrección proletaria de Chile; fue administrador del Ferrocarril (el primero que se empezó a construir en Sudamérica) durante la revolución; esto inspiró su novela: “Martín Rivas”.
[ii] Fue Guardia Nacional y el primer alcalde de Copiapó de la república. En el Museo Histórico Nacional se conserva su retrato realizado por el copiapino y primer pintor chileno, Francisco Mandiola. Es un cuadro controvertido, ya que allí se consigna como retrato de su hijo, Pedro León.
[iii] Esta revolución fue conducida por el general José María de la Cruz y Prieto en el sur y por el general José Miguel Carrera Fontecilla por el norte; dio inmortalidad al legendario “El Sitio de La Serena”, y se extendió hasta Copiapó con la Revolución de Los Libres conducida por Bernardino Barahona.
[iv] Condujo las tropas centralistas en la batalla de Los Loros; después de la estruendosa derrota fue enjuiciado y luego de un aparatoso proceso fue finalmente absuelto.
[v] Encabezaron la revolución los hermanos Gallo (Juan Guillermo, Tomás, Ángel Custodio y Pedro León), Anselmo Carabantes, Ramón Arancibia, Pedro Pablo Zapata, Pedro Pablo Muñoz, Felipe Santiago Matta, Elías Marconi Dolarea, Olegario Carvallo, Olegario Olivares, Santiago Toro, Antonio Alfonso, José Antonio Peña, “Manco” Moreno, etc. Al término de la revolución, todos los líderes sobrevivientes fueron condenados a muerte; algunos escaparon y a otros les fue conmutada la pena.
[vi] La quebrada de Los Loros está al lado noreste de La Serena. Las tropas de Atacama y Coquimbo derrotaron a las fuerzas centralistas; luego de varias horas de combate, las tropas conducidas por el general Pedro León Gallo y el jefe del Estado Mayor, Ramón Arancibia, en ataque con corvos, se hicieron del triunfo, costando la vida a numerosos revolucionarios, entre ellos: Víctor Torreblanca y el comandante de la legión Huasquina, José Antonio Peña. Pedro León Gallo quedó herido, hecho que después de algunos años se lo llevaría a la tumba. Éste es el suceso más importante de la larga historia militar de Atacama y Coquimbo; aquí, nació el corvo y, por primera vez, fue derrotado el ejército oficial de Chile.
[vii] A pesar de la ventaja del dominio del lugar y el optimismo de las tropas revolucionarias, fueron derrotadas. Esa ventaja, fue, tal vez, al igual que Napoleón en Waterloo, la que llevó a perder militarmente la revolución. El general Pedro León Gallo se negó a realizar una carga con corvos; hubo traición y el armamento artesanal no duró toda la batalla. Pagaron con sus vidas muchos revolucionarios; entre ellos: el poeta, autor del himno oficial llamado “La Constituyente”: Ramón Arancibia Contreras.
[viii] Escritor colorista y contrarrevolucionario; después de ser educado por la inteligencia serenense los traicionó. Con crueldad, fuego y acudiendo a mercenarios argentinos apagó la “Revolución de Los Libres” en su ciudad natal.
[ix] Texto que reúne el pensamiento de los próceres que dan origen al partido radical chileno.
[x] Es la primera generación literaria chilena que incluye a una pléyade de nortinos, entre ellos: Rosario Orrego, Valentín Magallanes, Carlos Walker Martínez, Pedro León Gallo, Guillermo Matta, etc.
[xi] Marcos Gallo fue diputado, senador y presbítero; nació en La Serena y murió en Huasco. Participó en la fundación del Congreso Nacional.
[xii] Normilla, Flora. De acuerdo a las bibliografías y testimonios epocales, participo de la idea que ella estaba enamorada de Miguel Gallo y por eso le ofrecía su tesoro.
[xiii] Normilla, Flora. También adhiero a la idea que Flora es la verdadera descubridora de Chañarcillo; yo conozco bien cómo funciona el oficio de cateador, de arriero y de pastor, ya que era el oficio de mi padre.
[xiv] Los hijos reconocidos de Miguel Gallo son: José María, José Manuel, Tomás, Miguel, Ángel Custodio, Pedro León, Antonio María, Félix, Juan Guillermo y María Quiteria. Hay que agregar a Teresa Gallo, que en la correspondencia con Miguel (Gallo Goyenechea) lo trata de hermano. Es muy probable que haya tenido otros hijos naturales, ya que la sociedad de aquella época aceptaba esto sin que dañara la formalidad social del matrimonio. Tal vez, la cantinera que acompañó Pedro León Gallo en las campañas militares y que, en cierta medida, le salvó la vida, Teresa de Guevara sea la misma Teresa Gallo.
