La publicación de las actas del Congreso Binacional “Raíces de Etnicidad. Región de Coquimbo-Provincia de San Juan”, reúne las conferencias, ponencias y referencias biográficas básicas de los expositores del encuentro, presentadas en la Ciudad de la Serena, Vicuña y Paihuano, durante los días jueves 19, Viernes 20 y sábado 21 de marzo, del año 2009.
Se trata, en consecuencia, de un libro que compila textos de autores argentinos y chilenos, textos de estudio sobre la temática de pueblos originarios del espacio sur andino que, de acuerdo a su antigua denominación territorial, genéricamente aparecen en la literatura especializada con los nombres de diaguitas (chilenos) y huarpes (cuyanos).
Así, se cumple uno de los propósitos fundamentales del proyecto presentado al Gobierno de la Región de Coquimbo, en el marco de las actividades de integración chileno-argentina, ejecutada en un ámbito de relaciones internacionales regionalizadas y descentralizadas.
La realización de este Congreso era un viejo anhelo que no se había podido concretar por diferentes circunstancias y coyunturas difíciles de vencer. En efecto, ya en la mitad de la década de los años 90, se discutía la necesidad de reunir a especialistas, profesionales y representantes de comunidades indígenas de la provincia de San Juan y de la Región de Coquimbo, con el propósito de examinar los orígenes y desarrollo de las denominadas poblaciones diaguitas y huarpes, relevando antecedentes arqueológicos, históricos y antropológicos.
Asimismo, se estimaba significativo analizar las trayectorias étnicas en los territorios de origen, ponderar las relaciones culturales trasandinas de antigua prosapia y aproximarse, de modo sistemático, a caracterizar las interacciones de influencias recíprocas, en diferentes períodos de tiempo y con sujetos históricos pertenecientes al pasado remoto y cercano.
Tales procesos y acontecimientos han dejado huellas, rastros y signos de variada naturaleza en el campo de la arqueología, la historia pre y post-hispánica y en los registros etnográficos y antropológicos de ambos lados de la Cordillera de Los Andes, que habían sido objeto de reflexión y estudio por parte de destacados investigadores chilenos y argentinos.
Así, al calor del entusiasmo por organizar un primer Congreso Binacional en territorios elquinos, la preparación del evento fue una iniciativa desplegada por el impulso sostenido de Rodrigo Irribarren, Gastón Castillo, Arturo Volantines, Fernando Graña y Patricio Cerda Carrillo, quienes conformaron la Comisión Organizadora del Congreso Binacional, afinando detalles que más tarde concordaron con los lineamientos establecidos por la entidad que materializó la realización de la reunión binacional. Para el efecto de los fines organizacionales, se dispuso la nominación de una Presidencia, liderada por Gastón Castillo, y el funcionamiento de una Secretaría Ejecutiva que estuvo a cargo de Patricio Cerda.
Hay que consignar que la materialización del Primer Congreso “Raíces de Etnicidad” ha sido posible gracias a la decisiva intervención del Sr. Pablo Nicolai Vera, por entonces Director Regional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de la Región de Coquimbo, y de la Sra. Lenka Rivera, Directora del Departamento de Cultura del Gobierno Regional (GORE), por haber respaldado y perseverado en los medios gubernamentales, respecto de la financiación basal, patrocinios institucionales y apoyo estatal.
Consecuentemente, debemos reconocer y dejar constancia del importante financiamiento otorgado por el Consejo Regional (CORE), de la Región de Coquimbo —cuyo presidente era el Sr. Ricardo Cifuentes Lillo—, para la promoción y desarrollo de las actividades culturales implícitas en la realización del Proyecto “Raíces de Etnicidad”.
Asimismo, la participación de la Sociedad de Creación y Acciones Literarias, Región de Coquimbo (SALC), es decisiva en su calidad de Organismo No Gubernamental (ONG) ejecutora del Proyecto. Coordinado por su presidente, señor Arturo Volantines Reinoso, la producción del Congreso que, entre otras labores, conlleva la preparación de un programa de trabajo, gestión de recursos adicionales, recepción de invitados y habilitación de dependencias, significó también la instalación de una Secretaría Ejecutiva a cargo de las Srtas. Daniela Villalobos Castro y Rocío Alcayaga Mondaca, junto a un destacado grupo de colaboradores encargados de las actividades llevadas a cabo en las ciudades donde se desarrolló el encuentro binacional.
Al respecto, es necesario puntualizar el soporte institucional y económico brindado por las Ilustres Municipalidades de La Serena, Coquimbo, Vicuña y Paihuano, lideradas por sus respectivas autoridades edilicias, quienes brindaron los medios, servicios y atenciones congresales, destacando la generosa hospitalidad elquina en los terruños de la insigne Gabriela Mistral.
Ahora bien, para el efecto de contextualizar y dar sentido global a la compilación de los artículos remitidos a los organizadores del Congreso, se considera esencial presentar una reseña de los antecedentes, objetivos y propuestas de la actividad binacional, considerando la problemática étnica, los enfoques aplicados y, sobre todo, la voluntad de integración entre dos países vecinos.
Desde esta perspectiva, el Congreso Binacional se propuso como objetivos generales lograr las siguientes acciones y actividades:
En primer término, realizar un evento de carácter internacional, destinado a tratar el tema étnico en la perspectiva de fortalecer las identidades culturales regionales, convocando a especialistas en las disciplinas arqueológicas, etnohistóricas, antropológicas y sociales, cursando fraternales invitaciones a los representantes de agrupaciones de pueblos originarios e interesados en la problemática étnica y en los procesos de re-etnificación que se observan en el mundo actual.
En segundo lugar, difundir y valorizar el legado histórico y cultural de los pueblos originarios sur andinos, de la región de Coquimbo y de la Provincia de San Juan.En el tercer objetivo, se declaró la necesidad de incentivar y promover el conocimiento de las culturas regionales y la integración binacional, a través de un evento que abordase temas de interés mutuo, en relación a problemas por debatir y convergentes en el ámbito de la vecindad territorial.
Y en cuarto lugar, generar una convocatoria de amplia cobertura profesional e institucional, tanto en Chile como en Argentina, que permitiese analizar y debatir los múltiples aspectos de la etnicidad y alcances de la historia indígena en referencia, con una visión retrospectiva, con el objeto de correlacionar el pasado con el presente.
La pertinencia y problemáticas de los objetivos planteados explica, a nuestro entender, el éxito de la convocatoria nacional/ internacional que, al cabo de los tres días de debates, sobrepasó el registro de centenares de asistentes entre expositores, invitados especiales y público en general.
La diversidad de textos —pluralidad de voces— y la variedad de enfoques epistemológicos, permiten acceder a una información actualizada del “estado del arte” en las investigaciones y estudios referidos a los pueblos huarpes y diaguitas, enriqueciendo el acervo de conocimientos y la comprensión amplia del aporte de culturas originarias, en la construcción de Argentina y Chile, como naciones multiétnicas y pluriculturales.
Es necesario decir que en ningún caso el punto de partida del “estado de arte” de los temas y problemas abordados en el Congreso Binacional es un espacio vacío, una suma cero, carente de información, conocimientos disciplinarios y tradición científica.
En efecto, ya en la década del 60 del siglo pasado, los aportes de figuras señeras como Francisco Cornely, Jorge Irribarren, Hans Niemeyer, Mario Góngora, Álvaro Jara H., Eric Boman y Mariano Gambier, entre otros estudiosos de problemáticas chilenas y argentinas, han sido fundamentales para cimentar las bases del conocimiento científico y social discutido en el Congreso, sobre los cuales, los autores contemporáneos pueden formular visiones críticas, precisar alcances alternativos y fundamentar nuevos enfoques.
Así, es posible referirnos a estudios que abordan situaciones tales como el desastre demográfico de los pueblos diaguitas y huarpes, los traslados y migraciones forzadas de las comunidades nativas a las haciendas y estancias instaladas por los hispanos, el impacto económico de las importaciones de indígenas huarpes al territorio de Coquimbo en los siglos coloniales, el mercado del trabajo temprano y la construcción de las primeras aldeas españolas en el norte colonial chileno.
Del mismo modo, se han examinado críticamente las duras condiciones de servidumbre y esclavitud indígenas consagradas en los tiempos de la invasión española, las situaciones de resistencia y los patrones de identidades de rebeldes y sublevados a la dominación hispánica en el norte verde chileno, derribando mitos establecidos y configurando nuevas interpretaciones de la historia colonial temprana.
En otros casos, se ha profundizado en el impacto breve pero significativo de la presencia inca, aportando amplias evidencias de la explotación minero-metalúrgica de los cuzqueños en los territorios del norte semiárido chileno, región periférica en la expansión incaica hacia los territorios sur-andinos.
Relativo a fechas más recientes, se ha puesto atención a los problemas de trasculturación del mundo indígena, a los mecanismos de “occidentalización” de las culturas originarias de América y, por último, a la “aculturación” de los propios españoles.
Los ibéricos, absorbidos por el medio y la práctica “ilegal” de relaciones sexuales con mujeres indígenas, convierten al espacio americano en un inmenso reservorio genético de variedad de mestizos, acontecimiento nuevo en el plano de la historia universal, especialmente por la conciencia que su estadía en los territorios americanos, era, en definitiva, un “viaje sin retorno”, sin boleto de regreso a los viejos “pueblos” de la meseta castellana y de la península ibérica, que habían quedado atrás para siempre.
En síntesis, la revisión actual del pasado prehispánico, del choque de la conquista española, del orden colonial y republicano, ha permitido elaborar una nueva reconstrucción arqueológica e historiográfica, permitiendo perfilar una renovada visión e interpretación de los acontecimientos y procesos atingentes a las comunidades originarias, desbordando la tradicional versión de textos y manuales escolares en relación a las “raíces de la etnicidad” y del papel asignado a los pueblos originarios en la construcción social del nuevo mundo y de los estados nacionales.
La nueva versión de hechos y acontecimientos emerge con fuerza propia y originalidad en la variedad de artículos que se presentan en las Actas del Congreso Binacional Raíces de Etnicidad. Con la presente publicación de las actas se cierra el compromiso adquirido en las bases del diseño y formulación del proyecto aprobado por las autoridades regionales, ordenándose el texto en conformidad a los ejes temáticos propuestos y en coherencia con una visión diacrónica de las ponencias, de manera que el lector acceda a la estructuración de una línea de tiempo consistente con el análisis de problemas, procesos y reflexiones dispuestos por sus autores, incluyendo contenidos que son complementarios al tema de la convocatoria, como lo es por ejemplo, la educación intercultural bilingüe, para el caso de la Provincia de San Juan.
En lo medular, el libro consta de dos partes, cada una inaugurada con las conferencias dictadas por los doctores Jorge Pinto y Catalina Michiele: 1º.- “Diaguitas, historia e identidad en la región semiárida de Chile; 2º.- “Emergencia social, derechos e interculturalidad Huarpe en la región Cuyana”. En dicho contexto, la diversidad de enfoques presentados por los expositores se puede apreciar en las siguientes reseñas:
La conferencia del Dr. Jorge Pinto Rodríguez, de la Universidad de La Frontera, de Temuco, comenta las conexiones que se han producido a lo largo de los últimos 500 años entre lo que hoy es Chile y Argentina. A su juicio, existe “una cordillera que separa, la gente que une”.
En concordancia con la visión vanguardista que le caracteriza en materia de historia indígena y de las relaciones de integración que debe existir en las relaciones chileno-argentinas, sostiene la importancia del mundo indígena en las conexiones binacionales, denunciando el “manto de olvido” que tendió la intelectualidad del siglo XIX en la construcción del imaginario trasmitido a las poblaciones de cada país. Como se señaló repetidamente en el desarrollo del congreso, el mundo indígena fue “invisibilizado”.
En su opinión, al tocarse los fastos centelleantes del bicentenario, el deber de los intelectuales del siglo XXI es destacar el aporte y las contribuciones de las culturas originarias en la formación de las naciones modernas del cono sur de los Andes, construyendo un mundo sin fronteras, que sin duda, será un “mundo mejor”.
La ponencia del arqueólogo Gastón Castillo Gómez, aborda el tema / problema de las comunidades diaguitas desde una doble perspectiva: arqueológica y etnohistórica, enfoque que le permite desarrollar en extenso el artículo, acompañado de un mapa de asentamientos indígenas en el valle de Elqui, para visualizar la distribución espacial del poblamiento indígena pre y poshispánico.Con un declarado propósito comparativo, se propone estructurar un minucioso registro descriptivo de la multietnicidad característica del Valle de Elqui y regiones aledañas. Ha considerado para tal reseña un arco cronológico de larga duración, que incluye la ocupación diaguita clásica y diaguitas con influencia inca, para luego examinar con abundancia documental la incidencia del poblamiento multi-étnico en el período colonial. Para tal efecto, presenta una prolija serie de cuadros indicativos de la distribución, filiación y mixturas étnicas, observadas en el eje matriz de la región, como es el valle de Elqui.
Se infiere de su trabajo una situación de continuidad y cambio de la matriz étnica elquina, que ha podido convivir en un cuadro de convivencia multicultural, expresada en los asentamientos de núcleos comunitarios churrumatas, inca-paya, pacajes, collas y de otras procedencias étnicas. Sostiene, asimismo, que los procesos de re-etnificación observados en las últimas décadas son producto de un devenir multiétnico regional y que no se verifica el presunto parentesco estructural —arqueológico y etnohistórico— entre los diaguitas argentinos y diaguitas chilenos, levantado por la tesis tradicional.
Tal planteamiento es, en opinión de Gastón Castillo, un “mito de parentesco”.
Siempre en una perspectiva de revisión crítica en el plano teórico, y énfasis hermenéutico en el ejercicio interpretativo de textos arqueológicos y documentos históricos, el Dr. Eduardo Téllez Lúgaro desarrolla una inquisitiva exposición sobre la “cuestión diaguita”, que ha rotulado como “algunas reflexiones sobre la identidad diaguita-chilena”. Tomando como eje ciertas coordenadas de la identidad diaguita, el autor establece una diferenciación sustancial entre lo que la arqueología chilena designa como “diaguitas prehispánicos” y las comunidades actuales que reivindican el marbete “diaguita” en los territorios del Norte Chico.
En el parecer del profesor Téllez, las agrupaciones étnicas que han reclamado y obtenido el reconocimiento “diaguita” son legítimos herederos de aglomerados indígenas provenientes del noroeste argentino, llegados en “períodos históricos”, “mediante una dinámica estrechamente vinculada a la conquista hispana, aunque no pueda descartarse totalmente que una parte de los mismos, arribara a la región en tiempos prehispánicos tardíos”.
Así como refrenda la proveniencia trasandina de los “diaguitas chilenos”, también se separa de las tesis clásicas del desarrollo cultural originario regional, en cuanto sostiene la inserción territorial diaguita durante el período de dominación colonial. Es claro en precisar, además, que las comunidades nativas que dieron lugar a la llamada cultura diaguita clásica chilena, son distintas en relación a su génesis y formación cultural.
Por tanto, habría una superposición en el uso del gentilicio “diaguita”, por aludir a dos realidades étnicas diferenciadas. Una, mayoritaria, proveniente del tronco local-regional, que sale al encuentro de los ibéricos enfrentándolos y sometidos posteriormente al yugo colonial. La otra, minoritaria, localizada en el “Pueblo de los Diaguitas”, en las vecindades de la actual ciudad de Vicuña, cuya antroponimia recogen los estudiosos de la primera mitad del siglo XX.
Es ésta última, que el uso y la costumbre generalizada, en la época moderna, terminó por imponerse para denominar al conjunto de comunidades y pueblos indígenas de la Región de Coquimbo, práctica que se mantiene hasta la fecha.
La ponencia del historiador Fernando Graña está centrada en una mirada de la historia local. Se trata de una aproximación a la historia indígena del valle de Elqui, esta vez focalizada en el rol de los indígenas en la fundación “tardía” de la Villa San Isidro de Vicuña, en el curso del siglo XIX.
La hipótesis de trabajo expuesta por Graña, pone en tensión el rol del Estado y la hegemonía de los criollos locales, en contra de los pobladores indígenas del entorno citadino, cuyo menoscabo conduce a un punto de auto renuncia a sus raíces étnicas, a cambio de incorporarse al Estado- Nación republicano.
Como resultado de tales relaciones hegemónicas, dispuestas contra las familias indígenas habitantes en Vicuña, se logra la negación o renuncia a la identidad indígena, desapareciendo evidencias de las filiaciones genealógicas y de mecanismos de auto-adscripción a las tradiciones culturales de los pueblos originarios.
Por su parte, el profesor Gonzalo Ampuero formula dos incisivas interrogantes respecto a los “diaguitas chilenos del pasado y del presente”. A partir de un aspecto conceptual básico, pregunta: ¿qué se entiende por etnia y etnicidad?, y luego, con un sentido sociológico, acota: ¿está hoy vigente entre nosotros la etnia diaguita. (Chilena)?.
La discusión y desarrollo de su ponencia tiene como fundamentación cuatro considerandos, alusivos a la génesis en el uso de la categoría “diaguitas chilenos” y sus implicancias en el curso del siglo XX, sin que los investigadores se hayan preguntado por la “supervivencia de la cultura diaguita” y por tanto, en la continuidad del grupo étnico.
De acuerdo a la tesis sustentada por Ampuero Brito, los “diaguitas chilenos” (o como quiera que se les denomine), fueron presa de la conquista hispánica. Los pocos que habrían sobrevivido quedaron rápidamente absorbidos por un mestizaje proporcional a su exterminio, perdiéndose su rastro en el siglo XVII.
Por tanto, se puede inferir la desaparición del grupo étnico diaguita en el período de la conquista por efecto de la invasión ibérica y el posterior mecanismo de mestización, que rápidamente diluyó el ancestro indígena en los territorios del norte semiárido chileno. Tal planteamiento ha sido anticipado por el profesor Ampuero en libros de circulación nacional, en el curso del año 2008.
No obstante, de manera similar al planteamiento de Eduardo Téllez, Carlos Ruiz Rodríguez difiere sustancialmente en materia de fondo y formalidad epistemológica de la última tesis, en cuanto encara el debate en relación a lo que hemos denominado la “cuestión diaguita”, por las aristas controversiales implícitas en la discusión del trabajo académico, a todas luces, un debate de antigua data y sin posiciones intermedias.
La ponencia del Dr. Ruiz Rodríguez sostiene la tesis de la diversidad de culturas prehispánicas, que ante la invasión española levantaron una resistencia bélica efectiva y pudieron establecer mecanismos de supervivencia en el territorio regional. Tal supervivencia se prolonga en el período republicano mediante readaptaciones que reflejan la mimesis entre lo indígena y lo mestizo, en las simbiosis campesinas desarrolladas en los espacios rurales. En los siglos XIX y XX, las culturas originarias de la región habrían entrado en un proceso de larga invisibilización
Hasta la década del año ‘90, los herederos del patrimonio indígena, en sus aspectos bio-antropológicos y culturales, comienzan a reagruparse, reconstruir identidades y reclamar como suyas las raíces nativas del pasado, que aunque presionados por el sistema mundial de carácter globalizante, luchan y demandan por los derechos ciudadanos que consideran inherentes a la condición de “indígenas de la región de Coquimbo”.
Cabe consignar que recién en el año 2006 el Estado de Chile reconoció a la “etnia diaguita” como una referencia indígena válida para los chilenos y a la cual pueden optar, sin perder la ciudadanía chilena. Constituye el noveno reconocimiento constitucional otorgado por el Estado chileno, a la par que refleja la concordancia política en materia de pueblos originarios.
En el ámbito del valle de Limarí, la ponencia del profesor Patricio Cerda, relativa al curso del siglo XVIII, aborda el problema de la transfiguración étnica y mestizajes limarinos. Se desarrolla en extenso, desde un enfoque antropológico y análisis etnohistórico, la dinámica de las mezclas étnicas y la simbiosis de culturas protagonizadas por el aporte español, africano y amerindio, denominado el “modelo trihíbrido” por la bio-antropología.
Las cifras y tendencias cuantitativas provenientes de fuentes parroquiales permiten sustentar la hipótesis de trabajo de la “transfiguración étnica” de “blancos”, “mulatos” e “indios”, que con el correr del tiempo, por sus mezclas socio-étnicas, terminan por fundirse en las categorías de mestizos y en la dinámica intensa de los mestizajes.
Son “nuevas poblaciones” y no nuevos grupos étnicos, que en el cierre de la independencia, hacia 1818, desaparecen “formalmente” del lienzo jurídico y censal, para dar paso a los “ciudadanos chilenos”, debido a los impulsos igualitarios, fervorosos, de los ideales republicanos.
Claro está, desde todo punto de vista, que la base social inicial del mestizaje estuvo formada, en su composición popular, por las poblaciones indígenas originarias y el aporte amerindio foráneo, proveniente de diferentes lugares del territorio nacional y vecindades trasandinas.
Siempre en el plano limarino, el investigador, poeta y gestor cultural Guillermo Pizarro pone el foco de su presentación en un problema de suyo interesante, como es lo que denomina la “continuidad, disfraz y ocultamiento de la raigambre indígena” en el valle del Limarí, siglo XIX. Es decir, los antecedentes documentales y las evidencias etnográficas le inducen a sostener la tesis que no ha desaparecido la raíz aborigen, que ésta ha permanecido en el tiempo, adaptándose a los virajes de la historia valluna local.
A partir de un supuesto válido para toda la región, el impacto de la re-estructuración castellana impuso un nuevo orden social, jerárquico y segmentado en tres estratos sociales fundamentales: el español, que se autodefine como “blanco”, los indígenas, especialmente adscritos al control de la encomienda y los mulatos, sometidos a la condición de esclavos de los nuevos “señores” llegados de Iberia.
Es claro y generalmente reconocido que, el mestizaje constituyó una realidad a lo largo de la historia chilena y latinoamericana, sólo que adoptó modalidades distintivas en los diferentes espacios americanos. Centrándose en estudiar la historia indígena de la cuenca del valle del Limarí, Guillermo Pizarro documenta y prueba la continuidad de la ascendencia indígena en la población limarina actual.
De igual forma, proporciona evidencias de las estrategias utilizadas por los indígenas o sus descendientes mestizos para disfrazar u ocultar sus orígenes étnicos, por los efectos segregacionistas del patronazgo español, proclive a la construcción de una “sociedad de castas”. El mecanismo de ocultamiento de la raíz indígena se manifestó principalmente por el cambio o modificación–castellanización de los apellidos indígenas, de los cuales Pizarro aporta numerosos ejemplos, extraídos de fuentes primarias, enteramente fidedignas, por estar ajenas a los conflictos interétnicos.
El trabajo de investigación de los profesores Milton Godoy y Hugo Contreras, extiende la mirada a los confines meridionales del norte semiárido chileno, examinando el proceso de continuidad y cambio en una comunidad indígena de Valle Hermoso, en la ribera norte del río Ligua, en una trayectoria que va desde 1650 a 1950
La originalidad de la ponencia reside en cuestionar la tesis tradicional vigente en el medio disciplinario, que señala que el impacto de la conquista destruyó las formas orgánicas de los pueblos originarios, en orden a preservar las instancias colectivas de tenencia de la tierra, dispuestas en “comunidades”.
A juicio de los investigadores, el caso de la Comunidad de Valle Hermoso, formada por remanentes poblacionales heterogéneos, presentan un notable ejemplo de autonomía y defensa de sus tierras, lideradas por Caciques o Mandones en el período tardo-colonial, con legítimas sucesiones hereditarias y prácticas electivas desde mediados del siglo XIX.
En la actualidad, esta localidad está formada por dos “Comunidades Agrícolas”, expresión tradicional de propiedad colectiva de la tierra en espacios de secano, costero o interior. La tesis en comento, pone en tela de juicio la afirmación que suscribe, de modo excluyente, orígenes españoles en la constitución de las comunidades agrícolas del norte chileno, en desmedro del aporte de las comunidades indígenas en dicho proceso colectivo.
Situándonos en la segunda parte de la presente acta, el interés de los expositores trasandinos está centrado en los derechos indígenas de las comunidades huarpes; la emergencia de los pueblos originarios y su incidencia en el sistema educativo; los problemas de la educación intercultural; la trayectoria política de los pueblos originarios y el papel del pueblo huarpe en su versión histórica tradicional, ligada a una perspectiva de larga duración, durante el período colonial.
Así, a partir de una de una matriz de la teoría intercultural moderna y una sólida metódica etnohistórica, la disertación de la Dra. Catalina Teresa Michieli describe y analiza el significado de las ofrendas indígenas huarpes en las creencias y rituales para cruzar la cordillera y la importancia de las relaciones tras-cordilleranas, en la construcción de las comunidades coloniales de la antigua región del Cuyo (sur de la Provincia de San Juan, norte de la Provincia de Mendoza).
Recoge una expresión léxica huarpe, “paltata entyu”, a partir de la cual demuestra con prolijidad el uso del idioma allentiac —documentado por el Padre Luis de Valdivia en el año 1607— como elemento fundamental en la definición de la identidad cultural huarpe y las transformaciones estructurales de dicho grupo étnico, en el curso de los siglos XVII y XVIII.
Las evidencias documentales acumuladas prueban los cambios observados en la evolución de los apellidos, la configuración de las nuevas comunidades territoriales y la intensa dinámica de los mestizajes, en el perfil colonial de los pueblos y comunidades originarias sanjuaninas.
A la vez, profundiza en el tema de las mezclas étnicas del antiguo Cuyo y del noroeste argentino, al tiempo que asume la metodología desplegada en la nación trasandina por la etnohistoria, en tanto estrategia de encuentro y de carácter interdisciplinario entre la arqueología, historia y antropología cultural. La fundamentación de la tesis interpretativa, descansa en diversos documentos administrativos y judiciales de la época colonial.
La tesis de la antropóloga Olga Rodríguez, en torno a la identidad y territorio del Pueblo Huarpe, sostiene la legitimidad jurídica de los derechos indígenas contemporáneos, como titulares de bienes patrimoniales —territorio, cultura tradicional, cosmovisión, genealogías familiares, usos y costumbres—, que permiten reivindicar tres ejes de desarrollo comunitario que les son propios, a los menos: territorio, educación y turismo.
La problemática planteada se fundamenta en la concepción moderna de la antropología cultural, que sostiene la autonomía de las comunidades indígenas contemporáneas, en materia de derecho internacional y nacional para reivindicar derechos ciudadanos y bienes patrimoniales, que en algún momento de la historia fueron enajenados mediante engaños, violencias o trucos judiciales y amparados por la autoridad de turno.
El trabajo se basa en observación participante durante la última década y en conformidad al método etnográfico y al análisis de contenidos, desplegados por una investigación en la modalidad cualitativa.
En el planteamiento de la licenciada Rodríguez, trabajar con las comunidades locales ha permitido valorizar su patrimonialidad, posibilitando las “nuevas tendencias en la instrumentación de políticas reivindicatorias, no sólo el derecho a su cultura sino a la titularización de sus tierras”. Claramente, expresa un conflicto de fondo entre privados, estado y políticas públicas transversales, en el contexto de las naciones latinoamericanas.
Siempre en la orgánica de los huarpes, el licenciado Daniel Arias expone una síntesis histórica alusiva a este pueblo a través de los siglos coloniales, en base a antecedentes cartográficos y documentales provenientes de archivos nacionales y europeos de la época, que se refieren a la persistencia de dicho grupo étnico en el territorio cuyano, como un fenómeno de larga duración y representativo del territorio, en el período post-hispánico.
Los licenciados José Casas y Silvia Lucero sostienen que la emergencia contemporánea de los pueblos originarios (diaguitas, huarpes, capayanes, yacampis), a través de la descendencia observada en la población escolar, incide en la necesidad de reformular la teoría y la praxis del currículo escolar inicial, en la formación básica de los educandos.
Existe, según los resultados de una investigación etnográfica reciente, la urgente tarea de re-planificar los planes y programas del sistema educativo, en orden a incorporar las relaciones inter-étnicas contemporáneas de manera explícita y transformar la escuela en un eje vivo de educación inter-cultural, por el reconocimiento que formulan los escolares respecto de antepasados indígenas diaguitas, huarpes, capayanes y yacampis.
La ponencia del investigador Víctor Montaño aborda la emergencia de los pueblos originarios en el contexto latinoamericano. A través de una visión crítica de los 500 años de dominación colonial, sostiene la importancia de las insurrecciones indígenas, teniendo como modelos paradigmáticos los movimientos de Tupac Amaru y Tupac Katari.
En su perspectiva, ha existido un proceso histórico de larga duración de los pueblos originarios americanos, en términos de «persistencias de las identidades culturales». Tales conductas, adoptan variantes y modalidades diversas, según las particularidades regionales. Revisando las alianzas sociales y las principales reivindicaciones que se han observado a través de la historia, es posible observar, de acuerdo al autor, el paradigma de la «autodeterminación» de los pueblos indígenas americanos.
En síntesis, se sostiene la validez histórica de los movimientos indígenas en su lucha por la autodeterminación, como una cuestión de carácter nacional, antes que una problemática de carácter campesina, entendiéndose a la emergencia indígena como una respuesta activa frente al colonialismo interno de los estados nacionales latinoamericanos.
Con especiales consideraciones, dedicamos el presente volumen a los representantes de pueblos originarios, cuyas voces, en cuerpo y espíritu de huarpes, diaguitas y mapuche, se hicieron sentir en medio del tráfago académico. Entre siglos de puentes rotos, las pasiones, inquietudes y esperanzas fluyen como un canto natural de rebeldía. Juntándose todas las manos en una emotiva ceremonia de iniciación, el foro “Legislación e integración Cultural. Situación y perspectivas”, realizado entre los contrafuertes andinos del ancestral Paihuano, recogió el sentimiento de organizaciones indígenas de Coquimbo y San Juan, cuyos testimonios hicieron carne las milenarias raíces de etnicidad, sellando el compromiso de un nuevo encuentro en la ciudad de San Juan, esta vez, desde la oralidad de los protagonistas de dicha etnicidad.