Sin embrago contar es la mitad de las lecciones; contar es medio horario y medio manejo de los niños, cuando, como en adagio, contar es encantar, con lo cual entra en la magia.
Contar, Gabriela Mistral
Sentarse junto a un brasero, mientras la abuela de vez en cuando atiza el fuego y mira de reojo a sus pequeños nietos esperando ansiosos que su vista repase el texto y lea nuevamente los cuentos, es un cuadro mágico y cálido por los presentes en esta rueda junto al calor de la leña. Pero también es la estampa de la memoria de la infancia. Como en los años en que una niña, Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, crecía junto a su madre y su hermana (la maestra rural por excelencia) en la casa escuela de Monte Grande, a la luz de la vela, sin la tecnología ni los medios con los que hoy cuenta la gran mayoría de las familias, donde lo humano ha ido siendo relegado a segundo plano, en favor de aparatos que cumplen la función de conectarse a la distancia, desfigurar el lenguaje y dejar de imaginar, además de desconectarse con el mundo maravilloso de la palabra. Hemos olvidado la textura de un papel, el suave aroma de un libro, como dice Gabriela: el sabor de un papel impreso entintado. Poco recordamos lo que es leer haciendo de ello un ejercicio personal e íntimo, en solitario o junto a la abuela, la familia, la escuela, donde las páginas convoquen y remezan los espíritus.
Muchos quisiéramos que cada maestra y maestro encantase con los textos escogidos en la lista “obligatoria” a sus estudiantes, y en la amplia sala de clases hiciera su lectura con voz potente, pero de dulce entonación para dejar a su audiencia ensimismada. Y que en su hogar, la niña, el niño, la niña, relaten la historia a su padres, quienes leerán, despierto el apetito, los mismos cuentos, e intercambiarán, en diálogo fructífero, las impresiones de las historia, sus personajes y cuanto puede despertar en el alma un relato.
Este libro “Secreto Encanto, cuentos de Gabriela Mistral; un acierto de Editorial Planeta Sostenible ya de la elección del título, nos atrae: Gabriela nos habla de encantamiento, ese del que hace responsable a los maestros. Es una oportunidad para recuperar la magia, sus tesoros depositados tras la palabra, reviviendo las historias hilvanadas en sus entrañas. ¿Qué nos dicen hoy ¿Por qué las cañas son huecas?; ¿Por qué las rosas tienen espinas?; “La raíz del rosal”; “El cardo”, “La charca”… ¿Será lo mismo para nuestro sentir y oídos que para el lector de hace décadas?
El encantar es nuestro desafío con las generaciones del presente, tan esquivas para la lectura, por las circunstancias y sus medios; también para las venideras, hijas de las que hoy formamos. Debemos regalarnos el tiempo para redescubrir lo escrito. Hace decenios por la maestra que, siendo autodidacta, no escatimó esfuerzos como ávida lectora de los grandes escritores. Desde el escondite de la infancia en el patio de su casa entre las montañas del Valle de Elqui, leerá e imaginará cuanto personaje aparezca en los textos. Luego, adolescente, en la ciudad de la Serena, será don Bernardo Ossandón quien le abrirá las puertas de su biblioteca personal. El crecimiento intelectual en su vida irá de la mano de la lectura, los libros serán su tesoro, las puertas a su imaginación, la mano para la formación docente y el impulso para la escritora que un día obtendrá el premio Nobel. Nadie podría negar, entonces, la importancia de los libros y la lectura en la vida de Gabriela Mistral.
Será, por eso que, siendo maestra, escribe y selecciona textos especialmente para niños y mujeres (en México, se edita “Lectura para mujeres”, en 1923), impulsada por su convicción de que la formación y el desarrollo humano parten del abanico multicolor de la lectura. Los cuentos de la presente edición son relatos a los que el transcurso de los años ha sumado valor, poco conocidos y redescubiertos para ser presentados con un diseño y colorido que los hacen extraordinarios a la vista de sus lectores. En su edición hay dedicación, frescura, novedad… Y lo más importante, despierta el interés para seguir deslizando la mirada por cada una de sus páginas para saber con qué vendrá después la contadora. El libro se transforma en una fiesta para la palabra, para el conocimiento de Gabriela Mistral y para formar nuevos lectores: las niñas y niños que recibirán este libro.