“Quantum veritas mendaciis silentio corrumpitur”.
Marco Tullius Cicerón, “De Officiis”, Roma, 44 a.C.[1]
Choapa, referencia del río epónimo, la más austral de las provincias de Coquimbo, también la más olvidada de ellas, tanto así, que sus comarcas —sobre todo las del litoral—cuestionan su pertenencia a La Serena y promueven discursivamente su unión a la Región de Valparaíso. Después de todo, por cien años fueron parte del Departamento de Petorca, Intendencia de Aconcagua. Para cuando este estudio salga a la luz, los restos milenarios de las culturas del Choapa es probable que ya no existan en su emplaza- miento original. Su destrucción y transporte de petroglifos (arte rupestre) en bloques hacia una zona de acopio en un “Centro de Difusión” —en uno de los mayores atentados patrimoniales de nuestra historia (incluyendo la con- quista española)—, perpetrado contra nuestro pueblo por una megaempresa minera de raíz croata—boliviana, que no contenta con pasar por alto sus acuerdos con el Estado para resguardar un frágil medioambiente como el de los valles interiores (incluyendo el talaje de un bosque nativo relicto —canelo, chequén— contaminación de ríos y bahías), ha desarrollado un sistemático plan de destrucción cultural, donde se contrató a un equipo de más de 100 arqueólogos, 150 estudiantes de arqueología y 40 especialistas de diferentes áreas como biólogos, conservadores, ingenieros y otros, con un fondo de US$ 5.000.000 (cinco millones de dólares estadounidenses) en un área de 1.800 has. Desde el año 2000, cuando comenzó la construcción de un tranque de relaves en Los Quillayes en el valle de Cuncumén, se destruyeron los sitios arqueológicos, cortándolos y agrupándolos en 10 cajones que contenían 200 petroglifos, para seguir el año 2003 con la apertura de un nuevo tranque de relaves en el valle del Mauro a 10 km., del pueblo de Caimanes, lo que derivó en la remoción de 148 sitios arqueológicos con relación astronómica y estructuras subterráneas, conteniendo toneladas de piezas arqueológicas, 448 bloques graníticos de roca con 765 paneles de arte rupestre conteniendo 2.788 motivos, (petroglifos) además de un indígena[2]. Hasta ahora sólo hay información de 40 de los sitios removidos. Del resto de los 108 nada se sabe. Las autoridades de la época, desde el Presidente de la República de entonces, Ricardo Lagos Escobar (el Luis XIV chileno según el historiador Alfredo Jocelyn–Holt), que viajó a la zona e in situ bendijo las obras. El Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) no fiscalizó los trabajos, autorizados previamente por la Comisión Regional de Medioambiente (COREMA) por la “Resolución de Calificación Ambiental” (RCA) N°038 del 07 de abril de 2004. Según declaraciones de algunos participantes de la remoción de sitios arqueológicos desde el Choapa, señalan que “…Reconozco que estuve poco informado…porque no dimensionamos lo que teníamos al frente…además, estábamos entre la espada y la pared”[3]—esta última frase no está haciendo alusión al clásico de “Los Tres”— sino más bien a las presiones recibidas, ya que las faenas estaban aprobadas con anterioridad por la COREMA. El CMN aprobó el primer informe de la Megaminera croata—boliviana con una “Línea de Base Arqueológica” (medición) deficiente, ya que sólo informaba de 8 sitios arqueológicos de origen cultural Molle (0 — 800 d.C.), Diaguita chileno (800 — 1500 d.C.) e Inca (1500 — 1536 d.C.) con un costo de $20 millones. Finalmente, en 2012 la Contraloría General de la República emitió un fallo en que confirmaba el atentado y el incumplimiento de la minera según lo estipulado en el RCA 038. Por orden de la Fiscal de Los Vilos, María Salas Salazar, la “Brigada de Medio Ambiente” (BIDEMA) de la Policía de Investigaciones (PDI) se hace presente en Mauro para investigar en dónde se encuentran los petroglifos y en qué estado se encuentran. MLP se niega a dar acceso a la Ley. Finalmente, muchas de las personas que trabajaron con la consultora, que ayudó a la minera, se convirtieron en personeros del gobierno del Presidente Sebastián Piñera (2010 — 2014). A finales de 2013 MLP, anuncia la compra del cerro Santa Inés (714 has.) donde se encuentra un bosque natural, como forma de compensación. Dirige las obras un descendiente de Wilhem Geisse, alemán ligado a la minería de oro y cobre en el Illapel del s. XIX. En estos días, la misma empresa minera ha editado y reeditado con la colaboración del Museo Arqueológico de La Serena, dos obras como una forma de encubrir lo que la justicia ya dictaminó; “Arqueología en el Valle del Mauro y Monte Aranda” y “Arqueología en el Valle de Cuncumén” (2000), nos recuerdan que la ética no siempre acompaña a las personas que se dicen ser los guardianes del patrimonio cultural del país. Es increíble que sólo podamos admirar las grandes obras culturales de nuestros antepasados nativos por fotografías financiadas y patrocinadas por quienes las destruyeron[4]*.
Lo que nos dejaron
¿Dónde están nuestros ancestros aborígenes en el Choapa? ¿Quiénes eran y a qué nombres respondían? ¿Fueron aniquilados completamente?
¿Fueron dóciles ante los incas e hispanos? ¿Es verdad lo que nos cuentan desde el colegio, que eran “diaguitas” en el interior y “changos” en la costa? Hemos visto que su arte, arquitectura y cosmografía han sido monstruosa- mente cercenados de nuestra geografía provincial, tanto por los avatares del tiempo como por la acción humana, completándose con el atentado industrial antes señalado. Por ahora, es momento de revisar nuestro alrededor, abrir los sentidos y buscar en la investigación científica la resolución de estas problemáticas que involucran nuestra identidad como Provincia, desde el germen romano en adelante[5]. Curiosamente, y para reconocer las formas en que las poblaciones nativas lograron sobrevivir a la conquista europea debemos señalar, además, que el componente nativo se encuentra representado entre nosotros de una forma poderosa e interesante: “Elqui: 58,91%; Limarí: 49,05%; Choapa: 47,16% (…) la composición genética de las poblaciones que habitan los valles de Elqui, Limarí y Choapa han conservado en 50% su acervo genético original precolombino, lo que implica que desde la llegada de los españoles las frecuencias génicas de estas poblaciones han ido cambiando lentamente[6].
Según el citado texto de Troncoso, en la zona de Illapel se han identificado 136 sitios arqueológicos, que incluyen incluso el radio urbano de la ciudad (sitio Estadio Municipal); Mucho antes de ello, incluso mucho antes de “diaguitas”, “changos”, “mapuches” o como se llamen, existieron culturas que habitaron el Choapa, cuyos registros artísticos culturales descubiertos por la arqueología han dado alguna luz sobre lo que fueron; las Culturas “Huentelauquén” 7.000 a 5.000 A.P. —esta última denominada actualmente sólo como “Complejo Huentelauquén”, dada las dudas existentes en si debe catalogarse como “cultura” que encierra una mayor complejidad social y de desarrollo humano[7]— y “Molle” 200 a.C. — 800 d.C., todas ellas denominadas por el sitio geográfico en que fueron ubicadas, siguiendo la tradición de las excavaciones arqueológicas del s. XIX. Pero si de antigüedad se trata, los restos de la quebrada de Quereo (que significa “tordo” en mapudungun, pequeña ave negra, su nombre en mapuche dio origen a su nombre científico por el notable naturalista chileno, el abate Juan Ignacio Molina, precursor de Charles Darwin), ubicada a 2 km., de la ciudad de Los Vilos, donde en 1899 el señor A.G. Philips emitió al Museo Nacional de Historia Natural de Santiago varios huesos pertenecientes al esqueleto de un mastodonte encontrado en la Quebrada de “Queredo” (sic). En 1904 estos hallazgos fueron publicados por el geólogo noruego Lars (Lorenzo) Sundt (1839 — 1933) en un artículo denominado “Resto de un mastodonte encontrado cerca de Los Vilos”. Sundt era un conocedor de la geografía vileña ya que en 1883 había sido contratado para revisar los ingenios mineros de Casuto del cual también tenemos registros. Las excavaciones a principios del siglo XX, corrieron a cargo, en 1913, del ingeniero Julio Acuña Castro, y luego, en 1915, por el ingeniero Emilio Dugast (que buscaban instalar la red de agua potable para el puerto), quienes encontraron los primeros restos de humanos y, que, posteriormente datados, señalan el poblamiento temprano de la zona, de 12.000 años A.P., en faenas realizadas en 1972 por los arqueólogos Julio Montané y Raúl Bahamondes, interrumpidas de golpe en 1973 y retomadas por un equipo liderado por Lautaro Núñez, en 1978[8]. Ellos demostraron que en Quereo hubo caza de fauna hoy extinta, como el caballo americano, mastodontes, paleolama, ciervo artífer y otras especies menores, aunque claro, existía mayor abundancia de agua —una megalaguna— y vegetación abundante, siendo considerado hoy en día como el sitio más representativo del período Paleoindio para el norte de Chile, aun cuando éste se encuentre en peligro inminente, dado el crecimiento urbanístico de la ciudad, que ya llega a unos metros del bosque[9].
En el cuarto año del reinado de Augusto[10], en la localidad de Asiento Viejo, Illapel, se encontró, de forma casual, un sitio arqueológico, mientras se efectuaban excavaciones para una plantación de nogales. Un grupo de entusiastas jóvenes se dieron cita en el lugar (los hermanos Luis, Oriel y Gilberto Villarroel Núñez, junto a su amigo Manuel Osorio), que al llegar encontraron a los obreros extrayendo fragmentos de un jarro antropomorfo de cerámica negra incisa, junto a huesos, presumiblemente humanos. Era un hecho trascendente para la arqueología nacional; por primera vez se encon- traban vestigios de la cultura “molle” tan al sur, y con una estrecha relación al arte Copiapó y un “importante emparentamiento con culturas indígenas argentinas, específicamente con la Cultura Condorhuasi”[11].
Aunque resulta obvio confirmar que la presencia del Estado en sí, ya se encontraba presente en las tierras choapinas, mucho antes de la RepúblicaNúñez, Lautaro et al.: “Ocupación Paleoindio en Quereo (IV Región). Reconstrucción multidisciplinaria en el territorio semiárido de Chile”. Boletín del Museo Arqueológico de La Serena, Nº17 (1979 – 1981), pp. 32 – 67. Grete Motsny: Prehistoria de Chile. Editorial Universitaria, Santiago, 1985, p. 20. Luis Villarroel: «Prehistoria de Illapel», en: Illapel: Ciudad de los naranjos. 1754 – 1988, Illapel, 1988, pp. 15 – 17. Por tradición, desde principios del siglo XX, el bosque de Quereo ha sido el lugar donde los vileños van a pasar las fiestas de conmemoración de la Primera Junta de Gobierno de 1810. Las Fiestas Patrias se viven entre los árboles y llanos de Quereo, Durante buena parte del siglo pasado el municipio mantuvo pleitos con la dueña de los terrenos y heredera de la Hacienda Conchalí, la austriaca Edith Wessely Wolrath – ciudadana del Tercer Reich, tras la ascensión de Hitler – quien ofreció vender a precios exorbitantes aún para nuestra época, negando el acceso (cierre con alambradas) por lo que hasta el día de hoy el sitio de Quereo se encuentra muy afectado por el factor antrópico (basura, ver- tedero clandestino de escombros y construcciones de cemento sobre la desembocadura del arroyo. chilena y al menos una centuria antes de la llegada de los conquistadores europeos en el siglo XVI. El Sapa Inca extendía desde Cuzco su poder hacia el sur, no obstante, es un mito que las poblaciones del norte se sometieron con beneplácito a la conquista chincha — peruana. Hubo reñidos combates en Atacama, Copiapó, Huasco y Coquimbo. En éste último valle el general Sinchi Ruca hizo un escarmiento en más de 5.000 nativos “coquimbos” (aunque la cifra puede estar abultada por Jerónimo de Vivar e Inca Garcilazo de La Vega) por no querer trabajar a las órdenes de los conquistadores[12]. Y a pesar de la baja densidad demográfica que describió Jerónimo de Vivar en 1558, fue una zona hostil al español[13]. Lógico, pues según el cronista Pedro Mariño de Lobera, de la expedición de Diego de Almagro (1536); “Ningún español salió de Chile que no trajese indios atados, el que tenía cadenas en cadenas, i otros hacían sogas fuertes de cuero de ovejas y hacían muchos cepos para aprisionarlos de noche”. Debieron morir cientos en la marcha al Perú, así como antes en los combates. La lección, dramática enseñanza de estos “Dioses barbudos” y las noticias llegadas desde el norte, bastaron para que, en 1541, Valdivia se encontrara con una feroz resistencia norteña[14]. Según Rodrigo de Quiroga los guerreros nortinos ayudaron a sus hermanos del Mapocho a destruir la naciente capital del Reyno; “Cuando Santiago naciente fue asaltado por los indígenas en septiembre de 1541, vino sobre la ciudad toda la jente de guerra desta provincia (Mapocho) y mucha parte de los indios diaguitas a quienes éstos habían mandado llamar para que los ayudasen para destruir esta ciudad Santiago”[15]. Según el abogado e investigador illapelino Arturo Serey Cortés: derrotado Michimalonko huyó con su gente al norte, cruza el Choapa Garcilaso de La Vega, Inca; “Comentarios Reales de los Incas e Historia Jeneral del Perú”, Lisboa, 1609. Edición de la Biblioteca Nacional del Perú, Lima, 1967. Fue un historiador y cronista mestizo chincha– español, hijo de una princesa Inca casada con un capitán español, práctica frecuente de los conquistadores para emparentarse con la realeza local. Recordemos que Carlos V, Emperador del mundo hispano–germánico reconoció a los líderes nativos (monarquía) como verdaderos nobles reales, y espera a los conquistadores en una angostura del Limarí, lugar en que se produce una recia batalla; el cacique es derrotado y huye[16]. En 1543 un barco proveniente del Perú encalló en las costas de Puerto Oscuro, y sus habitan- tes acabaron con la vida de la tripulación. Este hecho apresuró a Valdivia a enviar una expedición para fundar una ciudad fuerte en su frontera norte. Sin embargo, el enviado, Francisco de Aguirre se desvió hacia Limarí, donde perpetró ataques contra los naturales, tomándoles muchachos y mozas, lo que, al saberse en Santiago motivó un cambio de órdenes. Sería Juan Bohón el encargado de fundar La Serena[17]. En 1548 las alianzas entre agrupaciones nativas los llevaron a destruir la embrionaria estructura de La Serena y Copiapó, en una confederación de tribus que abarcó desde el Choapa por el sur, hasta Copayapu (Copiapó). Cayeron unos 40 españoles, incluido al capitán alemán Juan Bohón (seguramente nacido como Johann Bohom), con la pérdida de caballos —entonces de un elevado precio[18]— armas, dos plazas fuertes, con la consiguiente pérdida del camino terrestre al Perú, además de un incontable contingente indígena peruano (yanaconas) que servían a las órdenes de los conquistadores[19]. Sólo se salvaron 2 españoles que estaban visitando sus faenas mineras en Choapa, uno de ellos fue Pedro de Miranda[20]. La represión a esta revuelta fue tremenda. En una campaña militar de castigo, denominada como “pacificación”, entre agosto de 1549 y febrero de 1550, Francisco de Aguirre y Francisco de Villagra, los dos “panchos”, se encargaron de ejecutar las órdenes del Gobernador Pedro de Valdivia, que con su natural talento para la pluma, envía su parte de batalla al Emperador Carlos V, datada en Concepción, el 15 de octubre de 1550: “Estove allí mes el medio esperando a Francisco de Villagra, mi teniente que andaba en el valle de Coquimbo castigando a los naturales; porque en tanto yo estove absente de esta tierra, los indios de Copayapo e de todos aquellos valle (se) habían juntado he muerto más de cuarenta hombres i otros tantos caballos i a todos los vecinos de la ciudad de La Serena, quemándola i destruyéndola (…) luego despaché un capitán a que tornase a poblar la ciudad de La Serena, e hice vecinos i fundé el Cabildo, Justicia e Regimiento, e hice castigar a aquellos valles por la muerte de los cristianos i quema de la ciudad, e así están mui pacíficos sirviendo”[21]. En un estudio de Jorge Hidalgo L., se comprueba la dramática disminución de la sociedad aborigen del Norte Chico, que si bien nunca fue numerosa fue afectada por la guerra de exterminio emprendida contra sus comunidades; “Fernández de Oviedo, informado por los compañeros de Almagro, calcula la población de los tres valles principales, Copiapó, Huasco y Coquimbo en 1.500 hombres de guerra, es decir, unos 7.500 nativos”[22]. Unos 25.000 en 1535 para todo el Norte Chico, que para 1545 se habrían reducido a 10.900, es decir, en diez años desapareció un 56,4% de la población norteña (incluida la provincia de Aconcagua), todos por los efectos de la guerra de exterminio, esclavitud, enfermedades foráneas y el trabajo forzado. Para recuerdo de todos los hijos del Choapa, el último jefe que resistió en nuestra tierra fue Hualpiño, señor del río Choapa, de claro origen mapuche, que había organizado un foco de resistencia en las tierras altas, fue asesinado por los españoles al mando de Juan de Ahumada, del mismo modo que Atahualpa, durante el gobierno de García Hurtado de Mendoza (1557 — 1558)[23].
En cuanto a la clásica denominación de “diaguitas” para las poblaciones interiores de los valles del Norte Chico[24], dejaré que hable por sí mismo el destacado arqueólogo Ricardo Latcham, con un extenso trabajo en La Serena, donde incluso se casó; “…los indios de las provincias de Chile no figuran en los documentos históricos con ningún nombre propio, y los cronistas que los mencionan los (sic) la denominación del valle en que habitaban. Indios de Copiapó, indios de Coquimbo, Indios de Limarí, etc. Por el efecto de nuestros estudios se hizo necesario hablar de ellos como entidad. Como sus congéneres por el lado argentino ya se conocían generalmente por el nombre de “Diaguitas” lo consideramos conveniente emplear la misma denominación, con el distintivo “Diaguitas chilenos”, cuando precisaba hablar de la rama occidental. Éste término ha venido a emplearse comúnmente en la actualidad” [25]. Así, en líneas genera- les, entre 1897 y 1930 quedó establecido el dogma y desde entonces nos lo enseñan en los colegios y en las facultades de pedagogía. El célebre antro- pólogo Oswald F.A. Menghim (1888 — 1973) ex -rector de la Universität Wien (Universidad de Viena, Austria) señaló en el prólogo de Cornely “El Arte Decorativo Preincaico de los indios de Coquimbo y Atacama (diaguitas chilenos)”, señala; “Entre las riquezas arqueológicas de Chile sobresale un grupo especial: es la cultura diaguita chilena que, en nuestra opinión, debería denominarse mejor como “cultura Coquimbo”, pues además que su centro se halla en esa (anteriormente) provincia, debemos considerar que su parentesco más cercano con las culturas diaguitas argentinas es muy discutible”[26]. Para reafirmar aquello, y gracias a los avances en la lingüística (como la trilogía del doctor Carvajal, que presentamos a continuación) se hace evidente que las poblaciones eran diferentes entre sí, y sólo los mantenía unido el Tawantinsuyu o Imperio Inca. Antes de la irrupción del incanato, ya existía una población dedicada a la agricultura con un avanzado arte en cerámica. Al llegar, el Inca llevará a los artesanos y alfareros al Cuzco ¿Entonces? ¿Quién influenció a quién?
También sabemos que buena parte de los funcionarios imperiales desde Copiapó a Choapa eran de origen mapuche, lo que llama poderosamente la atención ver elementos “chiles” tan al norte —como los denominaban los peruanos desde antes de la era del Misti— ejemplos hay muchos; Aldequín (señor de la mitad de abajo del valle de Copiapó), Guanelica (señor de la parte de arriba de Copiapó), Mercandey, Caluba y otros señores del valle del Huasco también serían de estirpe mapuche. Huentemanque y Quepuemeguelén, enviados desde el valle central a poblar las tierras de Cogotí. El mítico Huelquemilla, señor del valle de Coquimbo a la llegada de Pedro de Valdivia reitera la gravitación mapuche en los valles transversales del Elqui, Limarí y Choapa, haciendo dupla con los contingentes quechuas traídos desde Perú. Según el cronista Rosales, el propio Michimalonko, destructor de Santiago había sido educado en la corte del Cuzco, por lo que la idea de que los jefes nativos eran “bárbaros” e “incultos” es a todas luces equivocada[27].
En cuanto a las poblaciones del litoral costero, su nomenclatura como “changa” es aún más difusa, tan así, que hoy los arqueólogos prefieren llamarlos como “asentamientos diaguitas costeros”[28]. Para el arqueólogo Andrés Troncoso Meléndez (U. de Chile) la presencia de restos malacológicos (moluscos) provenientes de la costa del Pacífico en múltiples sitios del valle de Illapel, sugieren la existencia de importantes relaciones con los grupos costeros allí asentados. En específico, cree que la localidad de Los Vilos y el sector particular de Agua Amarilla, se constituye en la fuente de abastecimiento de este tipo de recursos para las poblaciones Diaguitas asentadas en tierras interiores; el importante asentamiento allí existente y la presencia de una ruta natural de tránsito entre ambas áreas apoyarían tal afirmación[29]. La conquista de la costa comenzó a concretarse —al decir de Gonzalo Ampuero— a partir del Arcaico Tardío (3.500 — 400 a.C.) con poblaciones venidas de más al norte, especializadas en la caza, pesca y recolección de recursos del mar[30]. Lo que más aparecen en tumbas son conchas de choritos, almejas, machas y locos, conchalepas conchalepas[31], aunque como señala el doctor Carvajal en su obra, el nombre nativo del molusco proviene del mapuche, de allí las derivaciones toponímicas como Chigualoco: “cesto de locos”. Las actividades pesqueras están tan a la vista como en el caso de Pichidangui, uno de los balnearios de la comuna de Los Vilos, cuyo significado, según Carvajal es: “balsa pequeña” o “bahía pequeña”, ambas del mapudungun. Agrupados en la desembocadura del río Choapa, en Agua Dulce, Ñagué, Conchalí, Matagorda y Pichidangui, o en cualquier caleta pequeña, aprendieron a manejar los recursos del mar mediante el empleo de nuevas técnicas y utensilios. Según la antropóloga estadounidense Mary Frances Ericksen (1925 — 2009), los individuos hallados en tumbas costinas (a los que llamó como “Cultura del Anzuelo de Concha” presentaban una estatura de 162,3 en hombres, y 149,6 en mujeres, con cráneos ovoides con arcos superficiales poco prominentes, con un evidente desgaste dental[32]. Actualmente, el prestigioso Donald Jackson dirige faenas en las llamadas paleodunas vileñas, donde ha encontrado importante material lítico, funerario y ornamental de los cazadores recolectores, como también en las cuencas hidrográficas del Choapa. Para redondear la idea de los “changos” citaré a Gonzalo Ampuero: “Damos por cierto que convivieron con los Diaguitas Chilenos, puesto que numerosos sitios arqueológicos pertenecientes a estos últimos, se ubican en el borde costero. Aun así, no hemos podido, con certeza, hacer distingo en estos como para identificar algún asentamiento de changos propiamente tal”[33].
Asumimos, entonces, que los diversos estudios arqueológicos que se están desarrollando en estos momentos entregarán mayores luces acerca de nuestros antepasados, para una mayor comprensión de lo que fue, es y será siempre su legado en nuestra cultura mestiza.
Hablemos de la Obra
Presentada como “Toponimia Indígena del Valle de Choapa”, nos detalla, según el autor un glosario de términos desde el s. X d.C., hasta el s. XVII época colonial en Chile, cuya finalidad es etimológica y de orden semántico. Una obra colosal de muchos años de estudio e investigación documental y lingüística, con revisiones a las lenguas quechua, aymará, mapudungún, nahua, kunza e incluso el taíno del lejano Caribe. Un total de 1722 topónimos, de los cuales 1419 eran de origen español y 303 nativos, de diversas etnias.
Muchos de los nombres que aparecen en sus páginas dan vida a importantes centros urbanos de la Provincia del Choapa actual. El tema “mapuche” tan “noticioso” en nuestros días, hace irrupción también aquí, en una tierra tan lejana de Arauco; hace poco pude comprobarlo al conversar con el historiador José Bengoa, que me decía; “eso de los mapuches en el norte chico post hispánicos, es un tema sin duda fascinante que nadie lo ha tocado mucho… ellos le pusieron nombre mapuche a los cerros para confundir a los historiadores, arqueólogos, y antropólogos, lo que me parece genial…”[34]. Jocosas líneas que comparto absolutamente y que van de la mano con lo que presenta el siguiente trabajo toponímico. En alusión a ello creo que la explicación del nombre de la ciudad de Los Vilos es, a mi juicio (y también concuerda con ello Lenz y el profesor Carvajal en esta obra), una consecuencia del traslado de mapuches capturados en la guerra de Arauco para trabajar en las actividades mineras de la zona. Ellos traían su idioma y cultura, que, aunque fracturadas por la colisión con el mundo europeo, aún mantenía rasgos sociológicos claves en su conducta. Es probable que entre esos “encomendados” llegase un miembro del clan “Vilú” (filú), como lo fue Ayllavilú (nueve culebras), jefe que intentó detener a Pedro de Valdivia en 1550[35]. En la primera batalla de Boroa, en 1606[36], aparece otro jefe de nombre Aillavilú (seguramente hijo o nieto del precedente). En 1612, se encuentra implicado en los hechos del llamado “Martirio de Elicura”, donde fueron asesinados los padres jesuitas Martín de Aranda Valdivia, Horacio Vechi y el hermano Diego de Montalbán[37]. Este Aillavilú tuvo más fortuna que su antecesor, pues tomó el fuerte construido durante la gobernación de Alonso de Rivera en la Imperial (2° gobierno, 1612 — 1617) matando a 150 soldados de la guarnición del fortín, además de cercar el fuerte de Arauco, lo que obligó al gobernador Alonso García de Ramón a emprender una campaña contra los mapuches, que terminó en una victoria hispana (1618)[38]. En la campaña de 1634, se destacará en el campo mapuche un jefe llamado Curavilú (serpiente de piedra), quien tomó cautiva a una española, cuyo hijo nacido de la violación sería luego un destacado mestizo y terror de los hispanos[39]. También en esa época, Pedro de Bustamante, recibió del mismo gobernador tierras e indígenas en Choapa, por lo que no extraña que algún miembro importante de la familia del jefe mapuche haya sido tomado prisionero y enviado al norte, lo que no es de extrañar ya que los caseríos de Arauco recibían el nombre de sus jefes, como lo confirmaron los españoles al enfrentarse a jefes dueños de la tierra como Tucapel, Elicura, Penco, Millarapue, entre otros, comenzando por llamar “Vilú” a la tierra de individuos de ese clan en el área del río Conchalí, en el siglo XVII, ya que existían linajes como los Ñamcu de Angol, los Lemu de Colue y los Vilú de Maquegua[40]. Entonces se comenzó a hablar de las tierras de Vilú sino en el siglo XVII, tal vez a finales del XVIII, pues antes no hay ninguna mención a Los Vilos, sino a zonas aledañas como Chigualoco, Conchalí, Choapa, Quilimarí, Punta de Ballena, y Matagorda. El 22 de octubre de 1723, otro jefe mapuche del clan “Vilú”, el toqui Vilúmilla toma el fuerte de Purén y otras poblaciones aledañas. En el sector de Algarrobito, en el Valle de Elqui, existió un pueblo de indios encomendados que se llamó Vilúma[41]. Por ejemplo, en 1579 la encomienda de Juan de Cuevas, que reunía entre otros los pueblos de Vichuquén, Huenchullami y Loncomilla, en la región del Maule, tenía destacados en Chigualoco a 33 trabajadores, con 39 mujeres y 31 niños[42]. El 06 de noviembre de 1600, el Gobernador Alonso García Ramón concede en premio a sus servicios en la Guerra de Arauco, una merced de tierra entre el río Conchalí al Choapa y desde la travesía desde el mar hasta Mincha al conquistador Francisco Hernández Ortiz, quien trajo esclavos mapuches desde la Imperial y Angol[43]. Gracias a la revisión de documentos, planos y cartas náuticas, hoy sabemos que sólo la playa recibía el nombre de “vilos”. Desde 1855, en los terrenos de la hacienda Conchalí, el gobierno de Manuel Montt Torres inauguró la era portuaria. Desde entonces, el nombre del pequeño caserío pasó de “Vilos” a “Puerto Vilos” y luego, al definitivo “Los Vilos” de la actualidad. La “castellanización” cambió el “filú” ofídico original al “Vilos”, que conocemos actualmente, con sus vientos huracanados.
Chalinga, “saludo” y “despedida” en mapudungun —otras fuentes sugieren que sea de la lengua Kakán (diaguita) dado que no hay ninguna prueba de la existencia de este idioma, salvo en la mente de Latcham, dubitativamente en el análisis de Cornelly— señala claramente la relación entre el Inca con sus funcionarios “chiles”, pues efectivamente por allí pasa el camino imperial. Casuto, el mineral de oro más importante de Choapa en el s. XIX, que incluso albergó 6.000 habitantes a mediados de la década de 1830, de cuyas entrañas el país sacó el dinero suficiente para pagar el gasto de la Guerra contra la Confederación Perú—boliviana (1836 — 1838) es, según el minucioso estudio que aquí presentamos, una voz de origen Kunza (atacameña) que significa “quebrada barrosa” ¿qué hacían los likan antai, atacameños tan al sur? La respuesta debe darse, sin duda, en las poblaciones que el Inca trasladaba en sus dominios para favorecer la “chinchanización” de los nuevos territorios. Es lo que conocemos como “mitimaes” o colonos trasplantados desde lejanas tierras. Otro importante lugar, Limáhuida, al parecer significa “Montaña”. Illapel, de la raíz mapuche “Millapel” lugar donde abunda el oro. En estos cuatro nombres tenemos: protocolo=saludo; sector geográfico=montaña y actividad económica=minería, es decir, las características que hasta hoy se muestran a nuestros ojos en Choapa. Estos son algunos ejemplos de la presencia mapuche en la zona del Choapa, como masa servil del Inca o del español. Sin duda, que también existe un importante porcentaje de lenguaje desconocido y dudoso (23,2%) en palabras como: Cami, Chocayes, Guicingualleo, Guijay, Jelín, Lacao, Liguilla, Llancabén, Mallacán, Mauro, Numuco, Ñamica, Palea, entre otros. Muchos se ven como mapuches, pero no hay referencias bibliográficas que lo avalen. La obra toponímica presentada hoy, abarca un universo que incorpora al vocablo no académico los términos fitotopónimos, zootopónimos, morfotopónimos, junto a actividades culturales, nombres de vecinos, propietarios (personas históricas, por lo general conquistadores encomenderos y terratenientes hacendales de la vieja República), hagiotopónimos, teotopónimos y no antrotopónimos.
Dejo estas líneas finales para agradecer al equipo de trabajo editorial SALC (Miriam Marín Díaz, Eva Tapia Cortés y Arturo Volantines Reinoso) junto al Dr. Carvajal por permitirme participar de esta edición que muestra en detalle los alcances de una investigación seria y comprometida con nuestra raíz nativa, que, dadas las características del Brave New World, se pierde aún más en el tiempo, como si la obra iniciada por Almagro, Valdivia y cía., no hubiesen hecho ya el daño suficiente a nuestros pueblos milenarios. Dejo espacio para mis ancestros maternos, campesinos —pescadores de Huentelauquén y Los Vilos—, que cuando veo sus escasas fotos (la más antigua fechada en la playa de Los Vilos en 1898) no deja espacio para la duda de que poseían sangre de alguna etnia local. Además, mis recuerdos van para mis compañeros del Liceo Federico Lohse Vargas C—17 de Los Vilos, muchos de ellos provenientes de los Valles del Interior y de la costa del Choapa (Canela, Huentelauquén, Puerto Manso, Guangualí, Mauro, El Manzano, Rincón, Caimanes, Llimpo, El Durazno, Quilimarí, Pichidangui, Las Vacas, Puerto Oscuro, Cavilolén, Los Cóndores, Tilama, Maimalicán, Illapel y Salamanca, entre tantos pueblos más), también a mis alumnos de antaño (primaria y secundaria) muchos de ellos hijos de los pueblos mencionados, y a un par de compañeros de la Universidad, compatriotas del Choapa, para que, si alguna vez llegan estas líneas a sus dichosas manos, sepan del exhaustivo y ambicioso proyecto que compila en esta obra única y maravillosa, el trabajo del Dr. Carvajal, como una herramienta más para agregar a nuestro bagaje cultural, para reafirmar nuestra historia local y nuestra identidad única, herencia étnica, patrimonial y provincial.
No diré más.
BIBLIOGRAFÍA
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Vivar, Jerónimo de; “Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile”, Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina, Instituto Geográfico Militar, Santiago.
[1] “La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”. “Una de las frases célebres del insigne tribuno romano, como un último esfuerzo para reafirmar el carácter ético y el espíritu latino basado en la moral, el valor y la fidelidad, deberes consagrados a la grandeza de Roma. Fue escrito como una de sus “Antoninas” – ataques contra el poder de Marco Antonio, militar sucesor de Julio César que se repartió el Imperio junto a Lépido y Octavio, este último, hijo adoptivo de César.
[2] Pérez Valdivia, Eduardo; “El Mayor Atentado Patrimonial en la Historia de Chile: el caso del bosque y petroglifos del valle “El Mauro” en la Provincia del Choapa – Región de Coquimbo” 2004 – 2014.
[3] Ibíd.
[4] * Ah, me olvidaba, de los tres arqueólogos sancionados por la Contraloría General de la República de 2010, sólo uno con apellido de cerveza alemana (la del gato surfista) fue sancionado; el otro, con apellido de fortaleza medieval, renunció antes de la resolución, y el tercero, de apellido vizcaíno, y llegado del sur, se amparó en el retiro jubiloso. Estas son mis “Catilinas”, al que le “caiga el poncho que se lo ponga”, y sin chistar.
[5] Provincia; del latín pro= por & vincia= vencida, territorio conquistado.
[6] Acuña Mónica, Elena Llop y Francisco Rothammer; “Composición genética de la población chilena, las comunidades rurales de los valles de Elqui, Limarí y Choapa”. Revista Médica de Chile, Volumen 128, N°6, Santiago, 2000. Citado por Gastón Castillo Gómez; “Diaguitas arqueológicos y diaguitas etnohistóricos, una aproximación a la problemática étnica del Valle de Elqui”, artículo presentado en el Congreso Binacional “Raíces de Etnicidad. Región de Coquimbo-Provincia de San Juan”, marzo de 2009, recogidas en el libro “Culturas Surandinas; Huarpes y Diaguitas”, p. 35, SALC, Andros Impresores, La Serena, 2011.
[7] Ampuero Brito, Gonzalo; “Prehistoria de la Región de Coquimbo”, p. 38, SALC, Andros Impresores, La Serena, 2010.
[8] Núñez, Lautaro et al.: «Ocupación Paleoindio en Quereo (IV Región). Reconstrucción multidisciplinaria en el territorio semiárido de Chile». Boletín del Museo Arqueológico de La Serena, Nº17 (1979 – 1981), pp. 32 – 67. Grete Motsny: Prehistoria de Chile. Editorial Universitaria, Santiago, 1985, p. 20. Luis Villarroel: «Prehistoria de Illapel», en: Illapel: Ciudad de los naranjos. 1754 – 1988, Illapel, 1988, pp. 15 – 17.
[9] Por tradición, desde principios del siglo XX, el bosque de Quereo ha sido el lugar donde los vileños van a pasar las fiestas de conmemoración de la Primera Junta de Gobierno de 1810. Las Fiestas Patrias se viven entre los árboles y llanos de Quereo, Durante buena parte del siglo pasado el municipio mantuvo pleitos con la dueña de los terrenos y heredera de la Hacienda Conchalí, la austriaca Edith Wessely Wolrath – ciudadana del Tercer Reich, tras la ascensión de Hitler – quien ofreció vender a precios exorbitantes aún para nuestra época, negando el acceso (cierre con alambradas) por lo que hasta el día de hoy el sitio de Quereo se encuentra muy afectado por el factor antrópico (basura, ver- tedero clandestino de escombros y construcciones de cemento sobre la desembocadura del arroyo.
[10] Augusto Pinochet Ugarte; Capitán General y Presidente de facto de la República de Chile (1973 – 1990). Iribarren Charlín, Jorge; “Culturas Precolombinas en el Norte Medio. Precerámico y Formativo”, Museo Nacional de Historia Natural, Santiago, 1967 – 1969.
[11] Iribarren Charlín, Jorge; “Culturas Precolombinas en el Norte Medio. Precerámico y Formativo”, Museo Nacional de Historia Natural, Santiago, 1967 – 1969.
[12] Garcilaso de La Vega, Inca; “Comentarios Reales de los Incas e Historia Jeneral del Perú”, Lisboa, 1609. Edición de la Biblioteca Nacional del Perú, Lima, 1967. Fue un historiador y cronista mestizo chincha– español, hijo de una princesa Inca casada con un capitán español, práctica frecuente de los conquistadores para emparentarse con la realeza local. Recordemos que Carlos V, Emperador del mundo hispano–germánico reconoció a los líderes nativos (monarquía) como verdaderos nobles reales.
[13] Vivar, Jerónimo de; “Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile”, Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina, Instituto Geográfico Militar, Santiago, 1966.
[14] Dice Mariño de Lovera de una batalla en un Pukará de Copiapó; “los indios que murieron en la batalla, se halló a ser más de ochocientos, y de los españoles ninguno, aunque heridos no fal- taron; habiendo sido los que entraron en la batalla de los bárbaros unos ocho mil y de los españoles ciento y ciento cincuenta”…Agrega “los indios tenían por imposible ver que en una hora habían ganado el general con tan pocos cristianos un fuerte que los Incas con treinta mil indios de guerra no lo pudieron tomar en un año. Murieron muchos indios mancebos, valentísimos hombres que pelearon varonilmente. Prendiéronse indios e indias y muchachos más de trescientos, y húbose ropa y oro aunque no mucha cantidad. Tomaron ovejas y comidas que un mes había no comíamos carne hasta llegaron estas ovejas al real”. Lovera, Pedro Mariño, p. 41, Santiago, 1865.
[15] “Declaración juramentada del Jeneral Rodrigo de Quiroga”, en Medina, José Toribio; “Diccionario Biográfico Colonial de Chile”, p. 107, Tomo XIII, Impr. Elzeviriana, Santiago, 1906.
[16] Serey Cortés, Arturo: “Crónicas Históricas de Illapel; 1536 – 1810”, en: Illapel: Ciudad de los naranjos. 1754 – 1988, p. 59, Illapel, 1988.
[17] Moraga Acevedo, Fernando; “Juan Bohón, Fundador de La Serena”, p. 51, SALC, Andros Impresores, La Serena, 2012.
[18] En el siglo XVI, dado que los caballos en su mayoría son traídos desde el Perú, e incluso desde España por la ruta de Panamá, son necesariamente costosos. En la batalla de Santiago del 11 de septiembre de 1541, los guerreros de Michimalonko lograron exterminar a cuatro españoles y 23 caballos (cada caballo costaba alrededor de 60 ducados venecianos en Europa, y en América, unos 2.000 ducados –pesos de 3,5 g de oro de 0,986 de pureza– equivalentes en la actualidad a US$1.220, unos $730.000 pesos). Al ser la conquista de América una empresa privada en la que el Rey concesionaba a particulares las expediciones (se dejaba el 20% más impuestos a la monar- quía), era deber de cada asociado el de proveerse de armamento, caballo, armaduras, vestimentas y vituallas en general. Para el siglo XVII los precios habían bajado de forma considerable, gracias a las nuevas razas criollas salidas de los criaderos, como también el hecho de que los mapuches, al hacerse ganaderos lograron poseer millares de caballares que comerciaban con los pueblos de la otra banda, lo que daría como resultado un amplio mercado y la “araucanización” de la pampa argentina. Para ver el tema de los precios de los caballos en el tiempo de Pedro de Valdivia, ver; Mariño de Lovera, Pedro; “Crónica del Reyno de Chile” en “Colección de historiadores de Chile y de documentos relativos a la historia nacional” Tomo VI, p. 104, Imprenta del Ferrocarril, Santiago, 1865.
[19] Según Francisco Antonio Machuca fueron unos 15.000 cuzqueños e indios peruanos arrancados de sus caseríos en el camino, lo que trajo Diego de Almagro en su expedición, muchos de los cuales quedaron viviendo en Chile o desertaron para perderse en la historia. Es probable que varios de estos elementos humanos hayan regresado un par de años después guiando a la expedición de Pedro de Valdivia. Ver; Machuca, Francisco A: “Escenas Histórico Militares Coquimbanas” p. 29, Imprenta Victoria, Valparaíso, 1938.
[20] Serey Cortés, Arturo; op., cit., p. 59.
[21] Medina, José Toribio; “Cartas de Pedro de Valdivia: que tratan del descubrimiento y conquista de Chile”, Establecimiento Tipográfico de M. Carmona, Sevilla, España, 1929.
[22] Hidalgo L, Jorge; “Población Protohistórica del Norte Chico”, pp. 289 – 294, publicada en Actas del VI Congreso Nacional de Arqueología Chilena (1971), Departamento de Ciencias Antropológicas y Arqueológicas, Universidad de Chile, Sociedad Chilena de Arqueología, Boletín de Prehistoria – Número Especial; Encargado de la publicación de las Actas del Congreso, Hans Niemeyer, Santiago 1972 – 1973.
[23] Diario “La Hora de Illapel”, Illapel, 13 de julio de 1893.
[24] El límite sur del territorio diaguita chileno fue establecido tradicionalmente en el Valle de Choapa. Las evidencias arqueológicas demuestran su clara presencia en el valle de Combarbalá y e el valle del río Illapel; por cierto, lo encontramos en toda la cuenca del río Choapa y, por la costa, a lo menos hasta Los Vilos. Sin embargo, al parecer de Gonzalo Ampuero, corresponde considerarlo como una “frontera cultural”. Ver; Ampuero Brito, Gonzalo; “Prehistoria de la Región de Coquimbo”, p. 88, SALC, Andros Impresores, La Serena, 2010.
[25] Latcham C. Ricardo; “Arqueología de los indios diaguitas”, p. 18, Boletín N°16 del Museo Nacional de Historia Natural, Santiago, 1937.
[26] Cornely, Francisco; “El Arte Decorativo Preincaico de los indios de Coquimbo y Atacama (diaguitas chilenos)”, Litografía Bolívar, Santiago, 1962. Menghin apoyó el “Anschluss” o anexión de Austria por parte de la Alemania Nazi, siendo nombrado como Ministro de Educación del nuevo länd de “Ostmark” (Marca Oriental, nueva denominación de Austria), permitiendo la abolición de los derechos civiles de los judíos, de acuerdo con las Leyes de Pureza Racial y Protección de la Sangre Alemana sancionadas en el Congreso del Partido en Nüremberg en 1935. Finalizada la 2ª Guerra Mundial, Menghin huyó a la Argentina donde trabajó siguiendo sus ideas raciales. Muy amigo de Cornely, quien el 03 de abril de 1943 fundó el Museo Arqueológico de La Serena. Cornely era un destacado representante de la colonia alemana residente y su trabajo era seguido con entusiasmo por el Instituto Cultural Germano –Chileno, a cargo del Landesgruppe Chile, brazo oficial en Chile del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP), más conocido por su apelativo de Nazi, y dirigido por el General Wilhem Faupel, un hombre importante en el aparato cultural Nazi en América Latina, a la que conocía desde 1918 con su embajada militar a la Argentina entre 1918 y 1930, logrando vender armamento por más de 45 millones de reichmarks al gobierno argentino, evadiendo el Tratado de Versalles. Alejó las delegaciones de instructores franceses galos de Argentina, Perú y Bolivia, asegurando de paso adhesión a todo nivel a su causa. Mano derecha del Presidente Augusto Leguía en su segundo período, tomó la ciudadanía peruana y fue nombrado General de Ejército en ese país (1927), reorganizando todo el aparato logístico y consolidando el rearme peruano que tantos dolores de cabeza dio a Chile, sobre todo con el tema aún candente de Tacna y Arica. Faupel siguió escalando en la nomenclatura cultural de Alemania, mucho más tras la toma del poder en 1933. Faupel, un convencido racista y miembro del Estado Mayor de las SS, era ya en 1936, Director del Instituto Iberoamericano de Berlín (Ibero-Amerikanischen Institute, IAI) fue homenajeado por parte de los cónsules Cruchaga Ossa y el Coronel Cruz Hurtado con la Orden al Mérito Bernardo O´Higgins, que también recayó en su esposa. Posteriormente, para retribuir tamaño homenaje, Faupel recomendó a sus amigos chilenos el regaló de un cuadro de O´Higgins a la galería del Instituto en Berlín, evento realizado el 16 de junio de 1936. Para ver la gestión cultural nazi en Chile, ver Farías, Víctor “Los Nazis en Chile”, Editorial Seix Barral, Barcelona, España, 2000.
[27] Castillo, Gastón, op., cit., p. 56.
[28] Troncoso, Andrés; “Estudio de un campamento costero Diaguita Fase II ubicado en la Comuna de Los Vilos, Provincia de Choapa”, Boletín de la Sociedad de Arqueología de Chile N°24, pp. 27 – 30, Santiago, 1998.
[29] Troncoso, Andrés; “La Cultura Diaguita en el Valle de Illapel” pp. 130 – 132, en Revista “Chungará” Volumen 30, N°2, Universidad de Tarapacá, Facultad de Ciencias Sociales, Administrativas y Económicas, Departamento de Arqueología y Museología, Arica, 1999.
[30] Ampuero Brito, Gonzalo; op., cit., p. 51.
[31] Nombre científico de este gasterópodo dado por el zoólogo francés Jean Guillaume Bruguiére en 1792.
[32] Villarroel Nuñez, Luis, op., cit., p. 21.
[33] Ampuero, Gonzalo, op., cit., p. 112.
[34] Intercambios epistolares con el historiador José Bengoa Cabello, uno de los mayores expertos en el tema mapuche y actual Rector de la Universidad Academia Humanismo Cristiano y este humilde servidor, lunes 29 de septiembre de 2014.
[35] Batallas de Andalién y Quilacura (26 de enero de 1550 – 22 de febrero de 1550). Alonso de Ercilla en su “Araucana” y Jerónimo de Bibar Op. Cit. lo llaman Aynavillo (pág.168, 171,186). Ercilla señala: “Una batalla tuvo… (Pedro de Valdivia)… aquí sangrienta,/ donde a punto llegó de ser perdido;/ pero Dios le acorrió en aquella afrenta,/ que en todas las demás le había acorrido:/ otros dello darán más larga cuenta,/ que les está este cargo cometido:/ allí fue preso el bárbaro Ainavillo,/ honor de los pencones y caudillo”. Algunas fuentes señalan que Ayllavilú murió en esta última batalla, y otras que fue envenenado estando prisionero, lo que Ercilla sugiere en su Canto II de la Primera Parte;. (habla Colocolo)… “Respondo a esto que nunca sin caudillo/ la tierra estuvo, electo del senado;/ que, como dije, en Penco el Ainavillo/ fue por nuestra nación desbaratado/ y viniendo de paz, en un castillo/ se dice, aunque no es cierto, que un bocado/ le dieron de veneno en la comida/ donde acabó su cargo con la vida”. Véase “La Araucana” de Alonso de Ercilla y Zúñiga.
[36] La Primera batalla de Boroa sucedió en 1606 entre las fuerzas españolas del goberna- dor de Chile, Alonso García de Ramón y el ejército mapuche, al mando de los caciques Ainavilu, Anganamón, Pelantaru y Longoñongo. Los españoles, unos 500 aproximadamente, vencieron a los 6.000 guerreros mapuches, aunque solo parcialmente. Ver Diego Barros Arana “Historia General de Chile”. Tomo IV.
[37] Jordi Fuentes y Lía Cortés, “Diccionario Histórico de Chile”, Pág. 147. Editorial del Pacífico SA. Santiago de Chile, 1966.
[38] Carvallo Goyeneche, Vicente “Descripción Histórico Geografía del Reino de Chile” Tomo I, Capítulos XCVII y XCVI. Imprenta de la Librería del Mercurio, Santiago, 1875.
[39] Curavilú tomó a la española Isabel de Vivar de Castro, con la cual tuvo un hijo, llamado por su madre como Alejandro. Rescatada por una partida de represalia española en las cercanías de Angol, Isabel entró de monja y su hijo adolescente al ejército, como soldado arcabucero. Rechazado con sorna tras pedir su ascenso a oficial, retornó al seno paterno, tomando partido por los mapuches, a los cuales lideró en varias batallas victoriosas, incluyendo la tercera quema de Concepción. Por cinco años el “mestizo” Alejo, como le llamaban los europeos, fue imbatible (los mapuches lo llamaban Ñamku=aguilucho), hasta que se embruteció de una cautiva española, dejando de lado a sus otras esposas araucanas. Despechadas éstas últimas, le dieron muerte junto a su rehén mientras dormían (1660).
[40] Tal como lo señala el historiador José Bengoa no había diferencia entre nombres y ape- llidos. En la mayor parte se trataba de un nombre compuesto relacionado con algo de la naturaleza. El elemento final se mantenía para todo el linaje. Tenemos en Maquehua a los Vilú (culebra), Aillavilú, Painavilú, Ainavilú, Melivilú, etc. Ver Bengoa, José “Historia del Pueblo Mapuche” Siglos XIX y XX, Sexta Edición, Pág. 75, Lom Ediciones, Santiago de Chile, 2000.
[41] Risopatrón, Luís; “Diccionario Geográfico de Chile”, Pág. 36. Imprenta Universitaria, Santiago de Chile 1924. Existen a su vez el río Vilúcura y Guaquivilú en la región del Bío-bío, Isla Yavilún en el lago Puyehue, Río Vilúco, cerca de Gorbea, un estero Tintinvilú cerca de Parral, entre otros hitos geográficos en el sur de Chile.
[42] Villalobos, Sergio; “Ocupación de Tierras Marginales en el Norte Chico. Un Proceso Temprano”, Cuadernos de Historia Nº3, Pág. 63 – 78. Santiago de Chile, 1983.
[43] Serey Cortés, Arturo; “Crónicas Históricas de Illapel; 1536 – 1810”, en: Illapel: Ciudad de los naranjos. 1754 – 1988, p. 73, Illapel, 1988.
Hola! Junto con agradecer el tremendo trabajo expuesto. Me gustaría saber como y donde puedo adquirir la publicación completa. Mi familia materna es de mincha y estoy muy emocionado por conocer sobre mis raices. Espero atento a sus comentarios! Saludos cordiales
Gracias. Puedes llamar al 512-222411 y/o escribir a macondolarecova@yahoo.com