Por Edmundo Herrera
Una de las antologías más sorprendente de los últimos tiempos es ésta de la “Poesía de Valle de Elqui” de Arturo Volantines, publicada por las Ediciones Universitarias de la Universidad del Norte. Excelentes poetas con textos que ya se quisieran otros poetas que se creen maduros y definitivos.
DESCRIPCIÓN EN UNA LÍNEA:
Arturo Volantines —con amplia información— recorre el nacimiento de los movimientos literarios de la zona y aporta una visión que enriquece la perspectiva de la creación literaria. Pensamos que es un aporte valioso para el conocimiento y desarrollo de la poesía. Desde Antonio Acevedo Hernández pasando por Mario Bahamonde, Humberto Maturana, Gabriela Mistral, Milán Ivelic, Naín Nómez, Oreste Plath, Jorge Teillier, José Joaquín Vallejo, son estudiados para desarrollar el plano histórico de la cultura en el Valle del Elqui. Así, en estas memorias y testimonios nos damos cuenta de cómo fueron naciendo los movimientos culturales y poéticos. Podríamos decir que hemos leído muchas antologías, pero esta apunta al rescate de creadores comprometidos con la creación, con médula y sangre. Tal vez pudiera, en el futuro, ampliarse y completarse más 12 poetas de amplio trabajo acuden a “al cita” en esta Antología.
CONTENIDO:
Para no olvidar y venga el óxido se reconstruye la historia: contra la muerte Arturo va develando el pasado. El café Tito´s, memorable. A media luz aparecen ceramistas el Círculo Literario Carlos Mondaca y algunos militantes de los D.D.H.H., en la parroquia Santa Ana de la Compañía Baja. Ya en el ’80 surgen peñas, retiros, trovadores. La canción se llena de contenidos, la Radio de la Universidad de La Serena aporta “América en Vivo”. Vienen cantantes de renombre a la zona. Actos a Gabriela, Pablo Neruda, Violeta y Víctor Jara; luego, se funda la agrupación André Jarlan. Al llegar los ’80 La Serena ya se encontraba más sólida para los movimientos culturales. No olvidemos que aquí nace Mercedes Marín del Solar en 1804, y Manuel Concha, en 1835 —autor de “Tradiciones Serenenses” y “Crónicas de La Serena”—, Julio Vicuña Cifuentes en 1865 y Augusto Winter en 1868; después Manuel Magallanes Moure en 1878 y Carlos Modaca Cortés 1881.Como se ve hay un hilo conductor importante de creadores que le dan prestigio a La Serena. También nace en 1885 Julio Munizaga Ossandon y Gabriela Mistral en 1889. Pero hay más: en 1882, Víctor Domingo Silva que fue el primero en denunciar la matanza de la Escuela Santa María de Iquique y en 1904 —el mismo año de Neruda—, María Isabel Peralta que escribe “Caravana Parda” y muere a los 21 años. Además, David Perry en 1896, autor de “Témpano Errantes”. En Copiapó nace Romeo Murga —1904— muerto a los 20 años. Vendrán Fernando Binvignat —1903— Benjamín Morgado —1909— Roberto Flores —1910— autor del hermoso poema a la Añañuca; Braulio Arenas —1914— y Héctor Carreño Latorre —1914—. El círculo Carlos Mondaca se funda el 53, cuyo primer presidente fue Alfonso Calderón. Jorge Peña Hen —asesinado por la Dictadura— cumple un papel importante en la “Sociedad Musical Juan Sebastián Bach”. La dictadura hizo que muchos se reunieran en casas. Como la de María Foster —una pintora excelente, de la cual conservamos una hermosa obra suya, “Las tres comadres”. Largo seria contar las pericias de tanta gente de la cultura reunida en contra de la dictadura sangrienta. En los ’80 se funda la Universidad de La Serena. Aparecen los talleres Inti, Agrupa, Preludio, la revista “Solsticio”. El taller Lapislázuli, que aún vive a cargo de Manuel Cabrera. Desde Valparaíso llega Luis Aguilera —enorme motor de trabajo. En el café tito’s junto a Yair Carvajal, Eugenia Henríquez, Elba Jiménez, Samuel Núñez. Arturo Volantines y Luis Aguilera se funda el “Colectivo de Escritores Jóvenes de Guayacán”. Y publican “La Servilleta de Papel”. Ahí publican Viviana Benz, Gregorio Moreno y se publica a Constantino Cavafis. Muchos rostros aparecen —Añañuca— de Samuel Núñez— lleva más de 140 números publicados; Periferia, Antena, Ventolera, Invasión de los Mínimos, La Pilar, Suburbios, Ventarrón, a Muro Descubierto. De todo este ramaje nace la Filial Sech — de la Región de Coquimbo. Arturo Volantines, Luis Aguilera y Juan Godoy pone a caminar “Encuentro del Mundo de la Cultura” a propósito de la venida del Papa. Bernardino Piñera, Arzobispo de la Diócesis fue fundamental, lo mismo Adriana Peñafiel, en ese tiempo Secretaria Municipal hoy alcaldesa. Diez Encuentros al 2002. uno de los más importantes hechos que registra La Serena. Hemos venido a casi a todo, porque nuestro compromiso ha sido apoyar esta iniciativa sin parangón a través del país. Mi homenaje a Luis Aguilera que supo poner viento y fuego en las actividades de La Serena y las comunas vecinas. Los poetas que conforman esta Antología son una promoción literaria que tienen casi la misma edad; “las mismas motivaciones al llegar a La Serena”. Todos muy diversos y “no existen coordenadas internas o influencias desmedidas”. No eran ni son poetas de una sola línea; estaban contra todo lo uniformado; hay en ellos una “Reacción”, según Milán Ivelic. Es lo fundamental en todo creador, porque necesita su libertad. No se ven que tengan recursos parecidos y le hace bien a la creación poética. Hay sentido significativo en la creatividad individual. Elba Elena Jiménez, profesora de literatura. Co-funda El Colectivo de los Poetas de la Bahía de Guayacán. Creadora incansable, original, relevante. Sabe que nadie puede contra los sueños. Él se le entra al cuerpo, recoge voces secretas, cámaras iluminadas. Los alucinados como Elba Elena encuentran archipiélagos de estrellas, águilas eléctricas. Se sumerge en el río sagrado de la palabra para cantar su itinerario, susurrar el sol ecuatorial que le puebla la sangre, aquel que incendia la lengua, el delirio de la navaja, el ojo de las flores. “El día en que tú y yo nos casamos por el mar” trae un aire marino, “un ir y venir de aguas” “la blanca túnica del sol arriba de la frente”. Elba Elena, resplandeciente en sus textos. Hay un ritmo que la acompaña en su cabalgata. Sale un humo de bosques y montañas, pájaros, aguas. Todo reluce en “la pecadora, la más santa Venus por el soplo de Botticelli” “ciertamente todo sueño duerme en nosotros mismos”. Es un trueno que cruza la noche; “En el tiempo de los peces lengua” Elba Elena se deja llevar por el canto abierto a las señales secretas de las abejas. Pablo Baeza no tiene libros publicados, pero es poeta entero. Ama la música y es mariachi en locales nocturnos. Ha viajado extensamente por países de América Latina. Pasa temporadas en México y ha escrito sobre la música popular y folklórica de México y su influencia en Chile. Sus vivencias las ha presentado en el “Encuentro de mariachis en Guadalajara”. Co-Fundador del “Colectivo de Poetas de la Bahía de Guayacán”. “La tartamuda luna en algún bolsillo de la noche” lo espera para acompañarlo hacia la muerte. Caen imágenes “a ese bolsillo oscuro de los deseos”. Un poeta que va afinando su verso, porque la poesía es su arma de muchos rostros que dispara y ataca, hiere y penetra más allá del tiempo. Pablo transgrede, se atreve, hasta en el epitafio. Persigue esos ojos, cabellos negros, “hermosa yegua” “Una copa pone acento a toda forma de llanto”. Yair Carvajal nace en Potrerillos. Por ahí anduvimos hace poco; desierto tiene encanto y un dolor secreto y soterrado puebla su aire. Co-Fundador del “Colectivo de Poetas de Guayacán”, de la Sech, filial Coquimbo, IV Región. Presidente de Sech regional. Periodista, actor autor de teatro. Su universo es amplio en el mundo de la creación. Ha dirigido diarios y revistas. Otro de los alucinados, vivientes de horas negras, trágicas, horrendas en que nos sumió una dictadura siniestra. Su poesía busca el alma humana, sus luces y sombras, lo que el ser guarda en sus profundidades. Es un buceador persistente de lo que acontece al ser humano, como testigo y acto de la vida.“En la ciudad donde vivo / hay un zigzag que sube hasta el cielo. / Desde allí descienden / los niños / harapientos y con hambre / temerosos y golpeados / con una sonrisa de / ángeles.” “Ese niño no quería / vivir /. Lo obligaron. Sus padres /fornicaron / hasta cansarse.” Por eso ese compromiso que tiene a veces nos dice: “La muerte no es violenta. Es suave. Cuando el hombre es el que dispara. En pocas palabras abre un universo inesperado. Sabe que desde antiguo a Jesús le mintieron. La humanidad -de muchos que se dicen seguirlo- no lo aman. Un poeta que destila dolor. Agoniza llamando. Cumple su tarea poética a cabalidad y además el gran sueño: sacar a luz este dolor de los desposeídos. Oscar Elgueta es un poeta militante de la vida y la poesía. Poeta cotidiano, inmerso en la vida. Alguien nos dijo que su poesía es como “una calle abierta al mundo”. Él sabe y conoce la pesadilla. Sobreviviente, con la garganta dolorosa y el sol ciego. Poeta combativo, agoniza en sus páginas negras. Sabe que los miserables aún dominan: la poesía —lo ha entendido bien— es un arma abierta al combate. La memoria no tiene que desaparecer, para eso la poesía, para ser testimonio necesario de las generaciones comprometidas con la vida. No es un veterano. Está empezando a vivir. Vamos con él por tejados buscando sonidos y estrellas, páginas oscuras para iluminarlas. Un poeta que canta su dolor con años de pájaros extraviados en la luz de los ojos de ella. Cree en el hombre, en el fuego de la vida, a pesar que los malvados aún existen. Sabe que algunos levantan al otro; son los sonámbulos que buscan a los desamparados, a los hambrientos; en algunos textos lo real es real y protesta con su agua poética. Oscar alumbra y deslumbra. Trae el paisaje humano, doloroso, subterráneo en el pulso. Lo urbano, la música popular, la lluvia compañera. Recuerda los códices de Rimbaud, a Huidobro, a Jackson Pollok, la combativa Compañía Alta Y Baja, el Ciro´s y el Tito´s, las miserias, Marcel Duchamps y la finura de su urinario. Amarse, vivir, morir es la consigna. Por ahí, en una esquina el Hotel Castex para el galope con esa cabellera negra que vuela. Poeta diverso, pero de una sola manera, de voz especial, de una mano canta. Aparece Teillier en su errante viaje. Oscar Elgueta canta a todas horas, no solo de noche o cuando el gallo anuncia el amanecer. Samuel Núñez, múltiple de oficios: tramoyista, disjockey de bares, roquero, guardia nocturno, pero lo mejor ha sido editar y difundir la “Añañuca”. Tengo una especial en mi memoria va conmigo. Sus pares le consideran el “último beat”. Poeta del tiempo, que sigue haciendo su tarea sin descanso. “Tú todavía no existías, caminaba a los 16 años por Ahumada de camisa floreada y pantalones pata de elefante”. “Bajo mi brazo un Long-Play de los Mac´s. “Parecía que todo el mundo era feliz. Nunca te vi en las micros a Huechuraba” “te hablo de Santiago que todavía no vivía la gran pesadilla” o “mi hijo me pide subirse en una locomotora que no va a ninguna parte”. Un poeta que tiene la ternura a flor de piel, que no olvida la realidad, vive inmerso en ella y en los sueños, “Hablando con nadie”, es un texto que llega: “Es de madrugada, Gregory Corso me habla de las muchachas del café Sacre Coeur, página 84. y yo no hago más que pensar en la mirada que me diste. tanto la necesitaba”. Tal vez una de las mejores del Valle del Elqui. Cierto que faltan poetas, pero el intento vale una copa. Le acuden poetas, músicos. Frente a frente Jimmy Hendrix, Javier Solís, Janis Joplin, con corderos, balas, T.S. Eliot, Brando, Marlon Brando, Sinatra. Un poeta hondo, cala “desde los escondites” “los soldados de película han perdido”. Atrás quedó Vietnam, atrás quedará Irak, los soldados vivirán el Apocalipsis con sus ojos azules y su oscuro y siniestro presidente. No dudemos, el Apocalipsis viene. Denunciante, rebelde frente a un mundo consumista el poeta asume su papel de señalar, vidente, los signos oscuros. La poesía es un territorio siempre por explorar, importante para la vida, porque emite señales que cruzan en todos los caminos de la existencia humana. Comparte experiencias, el pensamiento vuela más allá de los árboles, no se necesitan requisitos especiales para entrar al universo poético. Poesía de la realidad, porque la realidad es la poesía; “como noche desvelada en este juego de la mente. Pensar, pensar estar siempre con temor de colisión fatal de no morir antes”. Poeta que todo le toca, busca sus esquinas sentimentales y el dolor humano le punza las venas y la existencia. “Si de pronto te ves cavando tu propia muerte”. Poeta comprometido con el hombre. “Cuando vengas mi Dios entra por las poblaciones no lo hagas por Arturo Merino Benítez, te pedirán antecedentes”. Bartolomé Ponce C. poeta, maestro, socio Fundador de Filial Sech, fundador de Changos en Coquimbo, miembro del Proyecto Sur, con sede en La Habana, Cuba. Nosotros también participamos en este proyecto que tiene en La Serena una sede. Además, es investigador de raíces y tradiciones. Estuvo contra la dictadura, como la gran mayoría de los escritores chilenos. Canta con esperanza, aunque pasen los sueños. A la luz, o a la sombra su canto lo lleva por el cerro Centinela, pegado a la sangre: “herradura de antiguos habitantes” “Rondando en Guayacán que cae y se levanta, vive y muere”. Ha construido su obra a pesar de dolores y sufrimientos y sigue en el trabajo creador junto a tantos que iluminan la patria. Los escritores son los que le dan sentido a la vida. Son los héroes que construyen sueños para que un país no camine a ciegas. Su obra está llena de ternura por los seres humanos: “cateadores de bota y bufanda que buscan en el mar los muertos”. Un poeta que no duerme, igual que esos rieles que atraviesan y duermen en la pampa, espera a que el tiempo, veloz, consume vidas y sueños. Canta a todos los elementos, piedras, peces, gredas, pueblos, seres. “Fueron Changos, hermanos de la sal y los conchales quienes tejieron tu alma” “en sus balsas loberas dibujamos tus contornos” “co cúmpun proyectado cual barco de luz en el futuro”: Es Coquimbo ancestral, como el padre raíz — tronco de su carne. Su sensibilidad le permite saber de los telúricos diaguitas, los maestros de la greda, o los chiquillanes siderales. Su universo de guanacos y llamas va hacia su padre en la imagen perdida, disgregada en la “pirámide del cósmico saber”. Recupera la luz antigua de sus ancestros. Bartolomé camina, alerta, como debe ser todo creador, todo poeta frente a la magia de existir. Hermana a los que buscan el trigo con los niños labriegos que recogen papas. Desentierran el alimento estos seres que no son niños ni hombres. La inocencia corona su sangre. Busca el lenguaje viejo, al diaguita ancestral, padre “tallado en greda, forjado por caucanas”. “Si aún tememos de revivir la paz de tus aguadas, terrazas, siembras, inocencias para ofrendar al inka, el sol y la esperanza”. Bartolomé va por las “rutas del oro y del guanaco” nos permite escuchar las apachetas gritando al Altiplano. Patricio Rodríguez: académico, fonoaudiólogo, neurocientista. Trabajó en teatro y narrativa, fundador de Sech, dirige “Remma” en teatro y poesía en el ámbito universitario. Su lenguaje desenfadado, abierto, nos entrega a un poeta que abre el idioma. Pero no hay viento negro en su obra, a pesar que una mano oscura lo guía hacia la muerte. Se descuelga de lámparas, escucha un canto loco de caballos; su angustia “es un barco gigante que rompe puertas y ventanas, un nombre lunar, una manzana”. Su “exilio de solitario habitante de soles” le permite ver el mundo distinto. Pero “morir, es a veces, cuestión de horas”, a “menos que coma y beba la raíz misma de tus pechos”. Cántico frente a los poetas que oscurecen las aguas y que se cierran en sí mismos. Sabe que la poesía no es un juego, porque gato y ratón pueden encontrarse mordiendo su cola, ojo poetas. El siglo, el tiempo es una ráfaga, para algunos brumosa, caliente; quiere alcanzar “el corazón vital de este planeta”. “La caja en blanco me espera con las piernas abiertas”. Su intuición le dice que todo lo puede sacrificar, hasta el alfabeto. Si un hombre se levanta y camina por la hoja en blanco. Eso pretende la poesía: que el hombre sea el leiv motiv de la expresión poética, como Lázaro que camina al conjunto de la palabra. No se escapan signos, ni es un poeta ciego. Vive alerta al devenir del verbo. Camina al amanecer y ve todo encendido, siente que todo se abalanza a su paso: faroles, neones, lunas hombres, humos, basuras. “a vuelo de pájaros, selecciona el “rayo cegador”, el aspa veloz, un giro ciego de la magia; de un tajo abre sueños para que escape en la noche “la negra sangre del vuelo” que tiene esta pluma sagrada del creador. Patricio, poeta, no detiene su agua creadora. El último Selknam se detiene, aunque Karukinká está solo, el poeta avanza hacia el futuro. Sergio Rodríguez S., activo creador, maestro, investigador literario, director de talleres de poesía; poeta que va al hueso de la lengua, “tan oscura como nosotros” que recuerda a otros poetas, trae el morral repleto de sueños y realidades. El agua ardiente de su poesía se destila a lentos sorbos por la muchacha vestida de blanco. Suscribe en la niebla sus textos mientras los cerezos maduran. Nos trae fuegos tardíos para Teillier, aunque Lota se derrumbe de noche. Viene con su carga poética, con el saco de ternuras y dolores a encontrar, aquí en La Serena que ama, el torbellino de la vida. Es el hermano – donde juntos – arrastrados en jadeantes galerías buscamos el paraíso perdido de la esperanza. Siempre creemos que el oro está sepultado, somos los mineros que no descansan, que no finiquita la existencia mientras envejecemos. Un poeta que penetra lo oscuro para sacar luz a la tarea. A veces doloroso, entero, como ciego; lo veo entrando por la ciudad Poniente, por Cerro Navia y Maipú brumoso. Apuesta por los desvalidos y abandonados. Es profesor de Estado de la Universidad de La Serena. Ama este aire, viene del olvido hacia a la esperanza. Del deseo y la necesidad de reencontrarlos perdidos navegantes. Viaja de Sur a Norte y busca los tesoros de la lengua extraviada. Critica y se autodefine con diálogo frente a la sociedad. No quiere ser un esteta semántico. Desea el diálogo con la sociedad para saber su destino en ella y nos dice: “Prefiero pudrirme en el suelo que mecerme como una hoja más en el árbol de nuestra literatura”, “los toquis regresan del trueno cuando amanece aire, y todos los mensajes están bajo el jazmín”. Hurga hacia abajo, busca sombras, pesadas arenas, en playa changa el color de la vida lo enciende. “y el abuelo – o más bien su osamenta – habla y habla de aquel glorioso cacique”, “y una prostituta sin nombre que cantaba como si de verdad estuviese enamorada”. Sí, Sergio ve como hacen el loco algunos. Y critica para despertar las conciencias, no dormidas, sino adormecidas. En uno de sus poemas nos dice: “cantan, no al alcohol mascado, no a la luz esquiva, en plazas llenas de desperdicios, algo así como danza sobre barro fresco, como desnudarse de nada en el vacío” “ahora nuestra princesa del Este se llama Sheila, Rose, Marilyn. En Santiago el Consejo de Todas las Tierras hace el loco en Huelén”. Poeta que se reconoce mestizo ¿Quién no lo es? Se mueve entre aguas urbanas y líricas; Neruda, Gonzalo Rojas, Barquero, Lihn, Teillier están en la copa porque la poesía no descansa ni apaga sus fuegos, restalla heridas; los malvados quieren mutilarla, cercenar su lengua, quemar sus pasos. La poesía es el encuentro de todas las cruces, del amor y de la batalla, de la ternura y la esperanza. Las palabras nunca las reconocen las autoridades. Orinan sobre ella, sobre antiguas construcciones únicas, van y vienen con lentes ahumados. Cuidan sus pasos, “no caerse a una acequia en medio de la noche o masticar hojas de coca mientras cruza la soledad”. Ricardo Rozas, constructor civil — entre olivos y damascos, poeta de guitarra y canto; ama y cultiva flores y plantas. Las tinieblas lo acompañaron mucho tiempo. Hoy ambiciona el aire que puede llenarle los pulmones. La poesía ha servido para cantar las últimas desdichas. Estuvo el cielo roto mucho tiempo frente a sus ojos, “era una obsesión incansable”. “Se ve al fondo del Huaco, una lágrima, porque entre sus ojos pasó el imperio vivo, guardando el llanto de los dioses de plumas y cetro de oro”. Sabe que la poesía enfrenta un muro enorme como el que construye en Palestina, la estrella negra del terror. Pareciera que cruzar el muro nos lleva a la Salvación; cada día el poeta se enfrenta al muro que la sociedad construye sin pensar que ellos limitan la vida. Sin embargo, el poeta apura el paso antes que llegue la noche y así cruzar el puente y encontrar el resplandor de la vida, fuente del cielo, el cántaro pleno. Los poetas saben que no están en negocios oscuros y que las monedas no son su leiv motiv. Las multitudes adormecidas van del fracaso al hastío. Pero el amor llena gran parte de esta Antología en Ricardo Rozas. En 4 textos nos habla y canta el amor de antes: “y yo siempre corriendo al galope para caer algún día en tus brazos enjoyados”. El poeta es el errante que busca el amor. Entonces la soledad no sería tanta, “más de alguien, soñaría por tener tu mano”. Pero la esperanza es una luz en todos los poetas y nos dice: “he bebido con otros jefes la copa de la fe en los pueblos”. Entonces recuerda toda la ternura recibida y que nos hace sentirnos más humanos y solidarios. Arturo Volantines es el último poeta de esta Antología. Vuelvo a repetir que en los últimos tiempos es una de las mejores logradas de la generación del ’80. Es un trabajador de la cultura que no descansa. Viene de Copiapó, Atacama de Chile. Co-funda Sech regional, el taller Lapislázuli, crea la Revista del mismo nombre, Co-funda el “Colectivo de los Poetas de Guayacán”, “La Servilleta de la Poesía” y también participa en la obra significativa que dignificaron los “Encuentro del Mundo de la Cultura”, de los cuales participamos en forma activa. Dirige las “Ediciones Macondo”. Antes, en Antofagasta, “Sol y Sal”. También publicó “Poetas Jóvenes del Norte” —1980— y su hermoso “Pachamama” —el ’87— Ha sido Primer Premio en los Juegos Florales de Vicuña y Primer Premio en el concurso Nacional de Poesía “Letras del Cobre”. Lo han publicado en Suecia, Costa Rica, México y Argentina. Cronista y bibliógrafo de Copiapó, actualmente preside Sech regional, consejero comunal, provincial, regional de la cultura. No es un náufrago ni un solitario. Sus trabajos lo demuestran, el medio nunca se acercó a su corazón. Por eso lo estimamos como un luchador en un mundo donde pocos trabajan y sueñan un mundo mejor para los que nada tienen. Recuperar lo perdido es la tarea de la poesía y de la hermandad. Por eso viene desde la niebla navegando de nuevo en la “Pachamama” y “Lo que la tierra echa a volar en pájaros”. Alza un aríbalo, ofrece un manojo del Desierto Florido, eleva palabras y palomas en el oleaje de la vida. Amor y tierra se unen, se hacen un solo aire, “corriendo como por el agua de un tren” “Como Dios saliendo en la mandarina de tu boca”, volando del monasterio del Bosque”. Viene el poeta pleno de tierras y vuelos, y sabe que su Copiapó es un rebaño que pasta entre el cielo y la memoria”. Poeta bucólico, campesino, lleno de casas del lugar: casas hincadas, en la oración matutina, tabernas, asnos, patios, alambres. “Todavía viene el tren de Caldera con su traje de jote ceremonioso”. El poeta llena de hermosas imágenes y metáforas el paraíso. Le salta el júbilo, los arados de madera, la nueva compañera, arrieros, me lleno de este paisaje limpio y puro en el canto de este poeta hermano que recoge tanta mazorca, tanto sombrero debajo del desierto. “Y Dios sabe, mi ser y la Nadia son un río grande, arrastrando una piedra chica”. La poesía viene con su vendaval, baja de las montañas; el vientre de la poesía le hace parir soles. La poesía se hace carne en Arturo Volantines. La carne se hace poesía en él. Fábula sin medida, lo que tiene que hacer todo poeta auténtico; no tiene que pensar; sino cantar en medio del sol o de la lluvia, al amanecer o entre la niebla que acosa. Por eso aparecen estos elementos y materiales que están aquí, dormidos pero vivos: la vasija funeraria, zorzales, aguas de cardos. “Y volví a ser cactáceo copiapoa sobre la piedra del mundo”. Arturo Volantines enriquece la poesía del Norte. Hermana el amor a la tierra, el amor a la amada que siempre espera. Poeta hondo, profundo, claro. Como un niño. Todo el universo cabe en una línea, en un verso enjundioso y puro. Pero también protesta contra los malvados y bandidos que asaltan. El puma criminal aún vive. Su helicóptero ronda el Norte, la caravana no se retira. Trajo dolor y muerte, trajo la edad de la Ira, que nos señalara Guayasamín. Así es la poesía. Canta al dolor y la alegría del hombre. El dolor y la ira retornaron a las tinieblas. La poesía sigue cantando en estos poetas generosos que abren el cofre de sus textos para señalar caminos secretos, por “cuando él relincha sobre los cogollos”, la tierra echa a volar tordos, campanas, ternura.
AUTOR(ES):
Arturo Volantines Reinoso
PÚBLICO AL QUE VA DIRIGIDO:
En general, interesado en la poesía nacional y/o regional, profesores e investigadores.
DATOS TÉCNICOS:
978-287-117-7
Formato: 15,5 x 21
Encuadernación: costura al hilo y entape
Hotmelt, tapa rústica.
Páginas: 227
Portada: “Memorias” de Diana Wagner, ganadora de la Medalla de Oro FIAP, de 19° Bienal ampliación color en Inglaterra.
Contraportada: Panorámica del café Tito’s, tomada por José Antonio Viera Valdebenito, donde aparecen algunos de los componentes de la promoción, de izquierda a derecha: Samuel Núñez, Pablo Baeza, Gregorio Moreno, Juan Godoy, Ricardo Rozas, Bartolomé Ponce, Luis Aguilera, Arturo Volantines y patricio Rodríguez.
Primera edición: Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, 2002.
Valor referencial: $7.900.-