Este domingo es un día de fiesta para los cristianos debido a que se celebra la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, el cual por amor a la humanidad se entregó en sacrificio para salvarnos, liberarnos y darnos vida nueva; pero también no podemos dejar pasar el recordar a nuestra poeta Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, nacida un 07 de abril de 1889, más conocida por su seudónimo “Gabriela Mistral”, la cual abrazó el cristianismo caracterizándolo en su vida y obra.
Nuestra poeta tenía una devoción a la Biblia y eso se refleja en la forma de referirse a dicho texto; “Libro mio, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para mi corazón, fuerte, poderoso compañero. Tú me has enseñado la fuerte belleza y el sencillo candor, la verdad sencilla y terrible en breves cantos”. También, lo encontramos en su poema “Mis libros”; ¡Biblia, mi noble Biblia, panorama estupendo, en donde se quedaron mis ojos largamente, tienes sobre los Salmos las lavas más ardientes y en su río de fuego mi corazón enciendo! Solo basta recordar alguno de los poemas donde la figura de Jesús lo reviste de respeto, amor y agradecimiento por su obra, como ser; “Al Cristo de la Cruz” donde clama por su corazón desgarrado.
Su profunda espiritualidad cristiana la indujo a plasmar en uno de sus escritos una oración que rezaba todas las mañanas pidiendo, entre otros dones, el don de la alegría: “En este nuevo día que me concedes, ¡oh Señor!, dame mi parte de alegría y haz que consiga ser mejor. “Dame Tú el don de la salud, la fe, el ardor, la intrepidez, séquito de la juventud; y la cosecha de verdad, la reflexión, la sensatez, séquito de la ancianidad”.
Con respecto a su influencia en la fe, la poetisa nos dice; “mi primer contacto con la Biblia tuvo lugar en la Escuela Primaria…” y posteriormente a los diez años fue su abuela paterna quien le transmitió “los Salmos de su pasión” y Gabriela lo expresa; “Y, sin embargo, a pesar de las pocas briznas del tiempo que ella me dio y del mal destino que nos debía de separar, ella, mi Isabel Villanueva, vieja santa para quienes la convivieron, ella sería la criatura más penetrante que cruzó por mi vida chilena”. (citas de “Mi experiencia con la Biblia” año 1938).
Sí bien, en alguna etapa de su vida, ella se alejó del catolicismo, y se acercó a la teosofía (conjunto de doctrinas religiosas que defienden que el conocimiento de Dios se puede alcanzar sin necesidad de la revelación divina), siempre conservó sus valores inspirados en la fe, el amor y la esperanza que son virtudes teologales (hábitos que Dios infunde en la inteligencia y en la voluntad del ser humano para ordenar sus acciones a Dios mismo).
En la última etapa de su vida, nuevamente se reencuentra con Jesucristo y lo toma como un “triunfo”. Recordemos que entre los años 1922 – 1923 estando en México, escribió varios textos dedicados a San Francisco de Asís y que, a los años después (1965), aparecieron publicados estos poemas en la obra “Motivos de San Francisco” y, su vinculación con dicha orden, le permitió ser sepultada con los hábitos de San Francisco.
Octavio Álvarez C.