Batalla de Los Loros, su símbolo y sus perspectivas para un Estado de las culturas de Chile

La Batalla de Los Loros y sus vestigios en la Quebrada del mismo nombre, es el mayor símbolo del espíritu descentralizador del país y de la dignidad de las regiones del Norte Infinito (Coquimbo y Atacama). Cientos de hombres dieron sus vidas en la Revolución Constituyente, para crear un Estado comunalista, interconectado soberanamente, autogestionado y autosostenido regionalmente; un Estado consagrado en la diversidad y unido por ésta; un Estado de las culturas de Chile.

Desde la formación de la República se ha venido luchando sistemáticamente por un país más equilibrado y representativo. Hoy, vemos cómo la comunidad nacional sigue buscando formas de autogobierno y soberanía. Los procesos recientes de elegir por voto popular, especialmente al Intendente (Gobernador Regional), habla de que se ha ido avanzando en una mayor equidad de las Regiones respecto al centro político y respecto a la participación ciudadana.

En estos últimos años, han surgido diversos movimientos y acciones para que el Estado Chileno reconozca el esfuerzo de las comunidades locales y para que, en las tomas de decisiones, la gente participe. Por ello, el imaginario de la Revolución Constituyente de 1859, resulta significativo y simbólico, para que nuestro país siga desarrollándose y resolviendo las necesidades de la gente en forma eficaz y eficiente; que esto se vuelva un verdadero factor y se convierta en una Nación pluricultural y desarrollada.

La Revolución de 1859 empieza a cabalgar cuando Benjamín Vicuña Mackenna observa que “la Moneda ya no es un palacio de administración pública, es una fortaleza, es la Bastilla”. Empezó cuando nuestros diputados y representantes de algunas provincias no se sumaron a los arreglos nacionales de la Presidencia de Manuel Montt para favorecer la oligarquía que, con métodos fraudulentos, pretendía comprar por parte del Estado, bienes a particulares. Especialmente, en el hecho tremendo del negociado del Ferrocarril Valparaíso – Santiago, para adquirir las acciones a los empresarios. Esto trajo como resultado una tensión insoportable. Los mineros del norte ya estaban muy molestos con el Gobierno del Presidente Montt, porque los agricultores casi no tributaban; en cambio, ellos, pagaban altos aranceles. Además, los artesanos y, particularmente, los obreros de las faenas mineras, soportaban condiciones prehistóricas de trato en los laboreos y de abundante accidentalidad. Esto hizo que la comunidad pluriclasista de Atacama y Coquimbo se uniera. Y estallara la Revolución. El abuso y la prepotencia nunca se han resuelto en Copiapó con balidos de ovejas.

En Atacama se formó el “Ejército Libertador del Norte” encabezado por Pedro León Gallo. Se sumó, desde La Serena, Pedro Pablo Muñoz Godoy, el cual ya había participado en la Revolución de 1851. Este Ejército del Norte llegó a tener casi 2.000 hombres. Se construyeron cañones y otros armamentos. Se emitieron Pesos Constituyentes. Se nombraron autoridades. Pedro León Gallo fue elegido por votación popular, como Intendente Regional, el primero y único en Chile. Se formaron batallones con los mineros de Chañarcillo y de otras faenas; de Chañaral, Caldera, Tierra Amarilla y Vallenar, y con intelectuales y artistas de la ciudad de Copiapó y La Serena. También, se sumó un contingente de la provincia de Coquimbo, provenientes de La Higuera, Vicuña, Ovalle e Illapel.
Estas tropas tenían experiencias en las revoluciones anteriores; contaban con recursos que venían de las ricas minas, especialmente de Chañarcillo. También, había una efervescencia intelectual muy influida por los emigrantes europeos y la masiva presencia de exiliados argentinos que habían luchado contra la dictadura de Rosas.

En esa época, el Norte de Chile era un polo de desarrollo cultural notable. Allí vivieron y trabajaron muchos de los intelectuales y poetas más importantes en ese momento de nuestro país: Ignacio Domeyko, Carlos Lambert, Domingo Faustino Sarmiento, Valentín Letelier, Victorino Lastarria, Ramón Arancibia Contreras, Manuel Concha, los hermanos Matta, los hermanos Escuti, Rosario Orrego, Alberto Blest Gana, Valentín Magallanes, etc. Y, también, muchas mujeres se plegaron a la Revolución, encabezadas por Candelaria Goyenechea, Antonia Vallejos y Teresa de Guevara.

Este Ejército luchó con armas propias, incluida la herramienta de trabajo denominada: “Corvo”, que hizo su aparición como arma distinguida y oficial de Chile. Comenzaron los combates contra el Ejército Centralista, en diversos lugares de la provincia de Atacama y, luego, las grandes batallas: Quebrada de Los Loros (14 de marzo de 1859) y Cerro Grande (29 de abril de 1859).

La Batalla de Los Loros se desarrolló en la Quebrada del mismo nombre, al Noreste de la ciudad de La Serena. El Ejército Libertador del Norte bordeó La Serena por el mineral de El Brillador y bajó por el lado Este de la Quebrada, y se atrincheró en ese lugar. Los centralistas, estacionados cerca del río, enviaron ataques de caballería sobre el naciente de la Quebrada, pero fueron rechazados por tropas escogidas, en guerrilla, de los revolucionarios, ya que éstos no pudieron contar con su propia caballería. Esta acción dejó en malas condiciones a los insurgentes de Pedro León Gallo. Durante algunas horas, se combatió con fusilería y cañones. Pronto, al quedar inutilizados los cañones revolucionarios, los regimientos del Gobierno Central hicieron un ataque sobre la orilla Este de la quebrada, siendo repelidos por los mineros con el “Corvo”, causando muchas bajas y dispersión en las tropas de Gobierno, las cuales fueron perseguidas hasta el río. Los sobrevivientes huyeron a Coquimbo, donde se reembarcaron. En las orillas de la Quebrada de Los Loros quedaron centenares de cadáveres y vestigios del combate. Por parte de las fuerzas revolucionarias, quedó un centenar de muertos y heridos. Entre ellos, Víctor Torreblanca, José A. Peña, Antonio “Manco Moreno” y, el mismo comandante Pedro León Gallo, con dos heridas de bala. Después de enterrar a los muertos, el ejército revolucionario descendió a La Serena, y fue recibido con flores y algarabía multitudinaria.

La Revolución Constituyente fue un hecho significativo de la Historia de Chile, aunque desconocido y no suficientemente valorado. Han pasado más de 160 años, y muchas de las visiones de Estado que tenían los revolucionarios siguen latentes, como son: la creación de Regiones Autónomas; una educación verdaderamente pública; una Ley Tributaria equilibrada; la elección de autoridades provinciales y regionales a través de voto popular; el derecho a tener símbolos culturales propios y, sobre todo, la creación de una Constitución: conmutativa, sinalagmática, consensuada por toda la Comunidad y avecindada a  la equidad de un Estado Federalista.

La Sociedad Pedro Pablo Muñoz Godoy de La Serena trabaja en el Sitio. Para conocer más de este primer proyecto en el sector, denominado: «MEMORIAL Sitio de la Batalla de Los Loros”. Se propone la creación de un referente, a partir de su notable patrimonio intangible y tangible y de ser símbolo de la dignidad y del sacrificio de las Regiones. Nuestro trabajo específico en el “Sitio de la Batalla de Los Loros” —en conjunto con muchos profesionales tales como arqueólogos, antropólogos, ingenieros, historiadores, poetas, etc.—; ha sido y es para preservar el lugar y que sea un Santuario de la Memoria y no una especie de Fantasilandia. Para ello, contamos con cientos de apoyos expresos como el Ministerio de las Culturas, el CORE de la Región de Coquimbo, el Alcalde de la ciudad de La Serena, del Gobernador del Elqui, de varios diputados de la República; de los Premios Nacionales Sergio Villalobos, Jorge Pinto Rodríguez, etc., y de muchísimas organizaciones culturales de Chile. Avanzamos en el propósito es que sea declarado a la brevedad Monumento Histórico Nacional por el Estado de Chile.

Por ello, se vuelve imprescindible que la Comunidad y las autoridades conozcan esta montaña invisible de la memoria: de la épica, libertad, dignidad, valentía y matriotismo de un pueblo en el mundo. Además, sirva de reflexión, en un momento en que el país precisamente está en una etapa de grandes reformas, para profundizar la democracia en el marco de mayor justicia social y para que sea un país pluricultural y progresista.

Barrio Santa Lucía; La Serena, 2018.

La Constituyente
Por
Ramón Arancibia Contreras

Coro
Alcemos nuestras voces,
cantemos la esperanza,
luchando por la alianza
de patria y libertad.
Que el voto noble y santo
que pide Asamblea
Constituyente, sea
el canto popular.
 

Estrofas
La nación ¡oh chilenos! que un día
vencedora paseó su bandera;
la que libre y dichosa se viera
del progreso en la vía marchar:
Esa patria que un yugo extranjero
destruyó combatiendo incansable.
¡Oh vergüenza! un mandón miserable
hoy la obliga de nuevo a luchar.

De los hombres que patria nos dieron
con su sangre, el ejemplo sigamos;
libertad y justicia heredamos,
nuestros hijos las tengan también.
Reivindiquemos de patria los fueros,
que el poder vilipendia sañudo,
con la unión general ese rudo
despotismo sabremos vencer.

No con sangre de hermanos manchemos
nuestro suelo, mansión de los bravos;
no merecen los pobres esclavos
del gobierno, la guerra encender:
Que la unión, la justicia, el derecho
con nosotros están en batalla,
y ellos nunca osarán esa valla
atacar en su triple poder.
 

Esa carta, mezquina y tirana,
vil resabio de una era sangrienta,
de que abusa el poder que sustenta,
que se llama la Constitución;
se reforme por hombres patriotas,
ilustrados, que el pueblo proclame;
los tesoros que allí se derrame
de justicia, libertad y unión.

Venga a bajo la hipócrita carta
que un sólo hombre el poder ha confiado,
con sus leyes absurdas; que ha dado
los estados de sitios también.
Que el poder se divida, y que libre
pueda el pueblo escoger sus congresos,
sus cabildos, sus jueces y aún esos
mandatarios que hoy nombra sólo él.

Cese el pueblo de ser el juguete
de mandones sin ley: verdaderas
las palabras, hoy vanas quimeras,
democracias y justicia serán.
Y volviendo a la patria sus fueros,
se alce Chile con noble entereza,
y sus hijos con fe, a su cabeza
un gobierno ilustrado tendrán.