- Portada: Retrato de Pedro Pablo Muños Godoy; óleo de José María Bravo, 1883, La Serena.
- Diseño y cuidado de la edición: Catherine Trigo Trigo. catherinedaniela@gmail.com
- Proyecto de edición: Natalia González Orostigue. / natty_lylo@hotmail.com; Eva Tapia Cortés / eevviittaa_ctc@live.cl
- Primera Edición: 1.000 ejemplares, 2010. Cantidad de páginas 282
- Registro de propiedad intelectual: 189.259
- I.S.B.N: 978-956-332-509-6
Los revolucionarios del siglo XIX lucharon por mayores grados de democracia y por mayor justicia social. Pedro Pablo Muñoz hizo suyos ambos objetivos, como queda en evidencia en su entrega a la causa «revolucionaria», a la presentación de su provincia y, en otro plano, a la rendición del pueblo a través de su constante aporte al desarrollo de la educación y a la organización de los artesanos y de los pobres. Causas nobles, que se proyectan en el tiempo y que hacen de Pedro Pablo, nuestro contemporáneo.
Tal como dice Mario Bahamonde en “El caudillo de Copiapó”, la Revolución Constituyente empezó antes. Hubo varias rebeliones mineras. En 1834, en Chañarcillo, los mineros se sublevaron y se tomaron el mineral. En 1847, era inminente otra sublevación, por lo que el gobierno tuvo que enviar un destacamento. En 1850, se forma la “Sociedad de la Igualdad”, encabezada por Francisco Bilbao y Santiago Arcos. El Norte Chico se pronuncia, liderado por el hijo más ilustre de La Serena, Pedro Pablo Muñoz. La revolución, en La Serena, dio origen a “El Consejo del Pueblo”, con un decreto de José Miguel Carrera Fontecilla. Esta revolución tuvo fuerte resonancia en el Elqui, Huasco, Combarbalá e Illapel. Los revolucionarios de Copiapó se hicieron del poder, entre el 26 de diciembre de 1851 hasta enero de 1852. Nombraron Intendente a Bernardino Barahona. Los rebeldes publicaron un periódico llamado “El diario de los libres”. Luis Vítale señala que estos revolucionarios tenían el espíritu de la Revolución Francesa y de la Revolución Inglesa del siglo XVII. Bajo los sones de “La Igualitaria”, compuesta por el poeta Eusebio Lillo, marcharon, con el corvo en cinto, por un mundo mejor. Posteriormente, se engendró una nueva revolución; la Revolución Constituyente, que costó muchas vidas, pero que nos legó una forma de ser y un destino. No son pocas las causas de la Revolución Constituyente, pero está claro que viene de muy atrás, en el deseo mayúsculo de autonomía y justicia social.