Introducción
El tema general de este artículo son los acontecimientos revolucionario políticos sucedidos en 1859 en La Serena, hace 150 años, mirados desde hoy; poniendo el énfasis en el aspecto cultural de éste fenómeno histórico-social.
La pregunta que orienta nuestra indagación la formulamos metafóricamente ¿qué motivos había en la acción de esos 300 serenenses que integraron el Batallón formado por Pedro Pablo Muñoz, aliado al Ejército Constituyente de Pedro León Gallo venido desde Copiapó, que desencadenaron las batallas de fines de la década del ’50?
Como hilo conductor del ensayo situamos la mirada en Pedro Pablo Muñoz, protagonista de estos hechos y líder emblemático de la corriente de ideas de la Ilustración tardía[i] imperante en la época.
Ni qué duda cabe, este ensayo tiene un carácter descriptivo y exploratorio; es decir no es una tesis acabada.
I Parte. Contexto local
Para empezar, situándonos en la medianía del período decimonónico, el panorama de nuestra ciudad lo caracteriza muy bien Juan Galdames en un estudio clásico elaborado en los ’60 del siglo pasado:
(…) “Desde La Serena salían caminos hacia el Norte, Sur y Este. El primero la unía con Copiapó; y el segundo, con el puerto de Coquimbo, Ovalle y Santiago y el tercero con Vicuña, además el ferrocarril la comunicaba con el puerto de Coquimbo y con los pueblos del interior del valle de Elqui. La Estación se ubicaba al poniente de la ciudad, en la planicie costera, entre las calles San Francisco (E. de la Barra) y la Alameda”. (1964, 177).
Esta era la red de comunicaciones físicas, terrestres, provinciales y nacionales que la ciudad de La Serena había construido y que bastaban para su lenta y tranquila existencia colectiva. Entre caminos y pueblos del interior la estación de FF.CC. marcaba su impronta allá al costado de lo que es hoy la carretera panamericana. Punto estratégico para moverse hacia diversos destinos.
Otros pormenores más sabrosos de la época, nos indica este autor: (…) “Una empresa de dilijencias, situada en el costado N. de la Plaza, la unía con Vicuña y otras ciudades del país”. (ídem). Echando a andar la imaginación, esta empresa de “dilijencias” es una descripción que suena casi como estar en los tiempos del oeste norteamericano (según la imagen recordada del cine) y sus traslados entre localidades distantes, llenos de avatares que vemos en las películas de cow boy. Pero no sólo esto es anecdótico, también existían problemas, según este autor:
(…) “La ciudad carecía de servicios vitales tales como agua potable, y alcantarillado y el primero sólo llegaba a la población a través de los pilones y fuentes instaladas en las plazuelas. El alumbrado se hacía por medio de gas hidrógeno y el gasómetro estaba instalado en la Alameda (Fco. De Aguirre) al costado E. de la Estación de los Ferrocarriles”. (idem, pág. 178).
Es decir, a pesar de sus adelantos técnicos y urbanísticos, percibimos una ciudad pobre, modesta, pueblerina. Con pilones instalados en las plazuelas, para sacar agua para el uso privado. Todo bajo una aparente tranquilidad. Algo empezó a pasar en la sociedad serenense, como efecto derivado del proceso social gestado con la Independencia unos años antes. Época de nuestra germinal República, al decir de algunos autores. Galdames lo explica resumidamente:
(…) “LOS GRANDES cambios operados en la forma del plano de la ciudad y las transformaciones en su estructura, se han originado por el gran auge minero que se desarrolló en la provincia de Coquimbo”. (pág. 178).
Este gran auge minero había empezado unos años antes de la década del ’50 o ’60 (donde ocurren los acontecimientos revolucionarios referidos en este artículo, y en este libro) impulsado por prohombres, chilenos y extranjeros, aprovechando las oportunidades del momento. Al decir del mismo Galdames:
(…) “En 1841 se explotaban en el distrito de la Serena 412 minerales de cobre; en 1870 este número subió a 1756, o sea, que en 29 años hubo un aumento de un 426%. En este mismo período los hornos de fundición aumentaron de 14 a 46, con un porcentaje de aumento de 328%”. (pág. 178).
Dicho panorama de crecimiento minero ocurre entre las décadas del ’40 al ’70. En ese momento de dinamismo, se incrementa la economía y se incrementa la población, con gran cantidad de trabajadores, producción; hornos de fundición, etc.
El mismo autor remata: (…) “Todo este auge culminó en 1873 al convertirse Chile en el primer productor de cobre del mundo.” (pág. 178). La década del ’80 llegó a ser peack para nuestro país. Lo que muestra el peso relativo que llegó a tener Chile, y fundamentalmente la región, que aportaba esta base metálica para solventar las arcas fiscales.
AHORA, desde el punto de vista demográfico, según el texto de que hablamos: “…La Serena recibió un fuerte incremento en su población. Así, el censo de 1854 arrojó un total de 11.805 habitantes, el de 1865, de 13.550, el de 1875, de 12.293, el de 1885, de 17.230 y el de 1895, 15.712 habitantes”. (pág. 178).
11.805 personas habitaban en La Serena a mediados de esa década, se señala. Dicho dinamismo demográfico y poblacional es correlativo al dinamismo social y cultural de nuevos actores, que empezaron a protagonizar la historia chilena y serenense. Sin embargo, no es un período lineal o parsimonioso; más bien de altos y bajos. Así, de este modo se anuncia otro período de estancamientos…
…“Como podemos apreciar, el mayor número de habitantes los tuvo La Serena en 1885 con un total de 17.230. Si comparamos esta cifra con la del censo anterior, vemos que hubo un aumento de un 30%. Desde 1885 adelante, la población empieza a disminuir y en 1895 acusa un total de sólo 15.712 habitantes, lo que nos da una disminución de 8,8%.” (pág.179).
La población creció y luego decreció acercándose a finales del siglo. Para matizar estas cantidades, consideramos a Hugo Bodini ex Décano de Ciencias Sociales de la U.L.S. quien sostuvo que: en el año 1870 existían 13.000 habitantes en la ciudad de La Serena (Seminario La Serena: 450 años de historia, Municipalidad local, 1999).
Es decir, una década recién después de la batalla de Cerro Grande, el incremento de población ha seguido su ritmo natural vegetativo. Lo cual coincide con los guarismos que manejamos acá. Una ciudad pequeña, pero en crecimiento. Percibiéndose la relación entre demografía-economía; mejor dicho, la minería, punto central de activación socio-económica con sus múltiples efectos colaterales. Y cómo al decaer ésta, se in-activa la sociedad y sus grupos. Deteniéndose el dinamismo societal en el juego de los intereses materiales, y en el pensamiento colectivo.
…“Esta disminución se originó debido a que las minas de cobre de la región bajaron considerablemente su ley y al no mecanizarse su explotación, resultó poco económico trabajarlas.” (pág. 179).
En síntesis, a fines del siglo XIX empieza la caída del esplendor anterior, que había alumbrado desde MEDIADOS del período decimonónico.
Por otro lado, Recaredo Tornero en su obra Chile Ilustrado, del Territorio de Chile, de las Capitales de Provincia, 1872; muestra un cuadro ilustrativo referido a la Provincia de Coquimbo, La Serena. Después de hacer una notable síntesis de la descripción de la ciudad, sus calles, paseos, etc. En el capítulo II Edificios PÚBLICOS, enumera:
…Liceo, Seminario, Cementerio, Cárcel, Corte de Apelaciones, Intendencia, Matadero Público, Cuartel de Policía, Oficina Telegráfica, Palacio del Obispado, Casa de Pólvora, La Portada. (pág. 246).
No deja de ser interesante este cuadro donde los dos primeros edificios públicos citados son el Liceo y el Seminario; como quien dice, los focos de formación intelectual y moral de la Serena y sus alrededores. El Liceo de Hombres y el Seminario tenían su peso específico en la formación ideológica cultural de la población, y en los grupos de elites en particular. Uno con una visión católica, conservadora, el otro con una filosofía laica de gran fuerza irruptiva en el país.
El Liceo de hombres (fundado en 1821) va a tener un papel fundamental en la formación de las nuevas generaciones de hijos de la aristocracia terrateniente y minera, primero, y de las clases medias emergentes después, inyectando una mirada positivista y científica de la realidad; poniendo en jaque el papel y el pensamiento del clero y de los sectores conservadores instalados en el gobierno de la sociedad.
Resulta importante en el libro de Tornero la exhaustiva descripción de los templos existentes en la ciudad, con pormenores de su edificación, historia, acontecimientos relevantes; como el Seminario por ejemplo, que fue además el centro académico espiritual que puso freno a los ímpetus laicos del Liceo; o como la santidad de Fray Jorge por ejemplo, el monje milagroso, por la leyenda creada en torno a su revelación divina para encontrar la madera necesitada para reponer los templos franciscanos de la ciudad:
… Obispado de La Serena (biografía del Sr. Obispo); Catedral, San Francisco; Santo Domingo; San Agustín; La Merced; San Juan de Dios, Santa Inés, Santa Lucía, Iglesia de los Capuchinos, Buen Pastor, Capilla del tránsito. También la enumeración y caracterización de los establecimientos de beneficencia: San Vicente de Paul, Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús, Sociedad de Beneficencia, Hospital, Hospicio; Lazareto. (pág. 249).
Es decir, la urbanidad de La Serena en la época era considerable en su impronta física religiosa, económica y social, como expresión de las mentalidades, principalmente conservadoras, pero también laicas que iban germinando en la cúspide social tanto como en el pueblo, no letrado[ii].
Ahora en el Capítulo V. Empresas Industriales, resume que existen
aquí:
4 imprentas, 2 hoteles. Un teatro; club (de La Serena); carruajes (dilijencias); ferrocarril; gasómetro (está situado al lado Este de la estación del ferrocarril. La ciudad se alumbró con gas por la primera vez, el 12 de junio de 1865; fue notable una feliz ocurrencia de la autoridad local: esa noche se leía sobre la puerta de la cárcel la palabra a gas “Progreso”). (pág. 256).
Aparte de la incipiente labor de imprentas, el inicio del ferrocarril (estamos hablando de 1865) comienza el alumbrado público a gas; gran salto técnico-industrial si consideramos la época, que impactaba las costumbres tradicionales de los serenenses. Antes se alumbraba con antorchas en las calles. Clara señal de modernidad y progreso.
En otro acápite: Principales producciones de la provincia, enumera una cantidad de infinitos productos, de la tierra hasta pequeñas artesanías e industrias. Y finalmente, presenta un axhaustivo y detallado listado de los MINERALES DEL DEPARTAMENTO:
Mineral de la Higuera; mineral del Barco; Puerto de Totoralilllo, y minas del Departamento de La Serena. Las minas principales ascienden a 66, de cobre todas y repartidas de la siguiente manera: 27 en el mineral de La Higuera; 5 en el del Barco, 20 en el de choros altos; 7 en el de Santa Gracia; 5 en el del Brillador, y 2 en el de Algarrobito. Existen además en el departamento 11 establecimientos de fundición. (pág. 258).
Es una buena cantidad de mineras, dando muestras de la intensa actividad productiva de la región. Luego se presenta un cuadro con la denominación de las minas, junto al nombre de sus dueños… (donde nuestro personaje literario P.P.M. aparece mencionado en varias de ellas. Exactamente como Pedro Pablo Muñoz i Hermano (dueños de las minas: Las Casas, Ají, Santa Ana, San Pablo, El Oriente); (Primavera, Esmeralda). Además de propietario de 3 establecimientos de fundición: Higuera 3. (pág. 260-261).
Se deduce que este personaje poseía una fortuna no menor, acumulada desde su dinamismo múltiple, político, empresario, hombre de ideas, hombre cultural que era. Es decir, un héroe decimonónico.
Para contextualizar la sociedad un par de décadas antes de nuestro foco histórico, consideremos al investigador Gonzalo Ampuero quien en su libro: La Serena en la Región de Coquimbo: EN BUSCA DE LA IDENTIDAD PERDIDA, relata:
El viajero Gabriel Lafond de Lurcy, visita Chile en los primeros años de nuestra vida republicana y en sus escritos, incluye algunas observaciones interesantes sobre nuestra ciudad, hacia 1825:
Me dirigí a Coquimbo. Los habitantes de la provincia de Coquimbo son de costumbres sencillas y dulces y en su mayoría de muy buenos modales. La ciudad está muy lejos de los lugares de las comunicaciones ordinarias, de modo que sus relaciones con los extranjeros son raras. El clima es delicioso, aunque algo ardiente; (…) El pueblo parece tan feliz y contento con su suerte, que yo deploraba interiormente el cambio que no dejará de operarse cuando las complicaciones de una civilización más avanzada destierren esta benevolencia e ingenuidad encantadora.” (pág. 46-47).
Relata este autor entre otras cosas, las comunicaciones aisladas; y dice sugerentemente,…el pueblo parece tan feliz y contento con su suerte, que yo deploraba interiormente el cambio que no dejará de operarse. Como si el tiempo estuviese detenido. Como una postal, deliciosa. Sigue más adelante con una impecable descripción de la vegetación, los cultivos, del Valle del Elqui, y otros. O sea, con la percepción de una ciudad placentera, calma; casi mística que no delataba pasiones quemantes en la superficie de lo societal.
En suma, tenemos una primera caracterización demográfica de La Serena a mediados del siglo XIX, antes y después de la década del ’50 – ’60; que nos muestra sus niveles de urbanización, el atraso o grado de desarrollo alcanzado. Una pregunta que parece importante plantearse es ¿cuáles eran los grupos más relevantes, o la estructura de clases sociales que le daban vida? ¿Los grupos dominantes y dirigentes de la sociedad local y los grupos dominados o recibientes de los efectos del proceso?
Los resumimos así: Hacendados, empresarios mineros, personal de administración del estado, clero, artesanos y comerciantes, y pueblo llano, obreros, campesinos y otros; el bajo pueblo, usando esa expresión de Gabriel Salazar. Interesante sería poder ahondar en las mentalidades de estos grupos, orientados por ideas ¿conservadoras o liberales?, por un lado, en los sectores más conspicuos de la sociedad, y por otro, el sentido común de la gran mayoría de personas no-letradas.
En una palabra: hasta qué punto sus comportamientos se alimentaban por la modernidad, o la tradición. Pues estamos en una época muy cercana a la gesta de la Independencia, hito histórico moderno, en que Chile se encuentra en proceso de construcción de la Nación, y en donde las ideologías del pueblo presentan diversas tendencias de acuerdo a los diferentes grados educacionales de la gente. Y donde pesa aún fuertemente en la cultura la mentalidad colonial de siglos anteriores.
Para aventurarnos en alguna explicación necesitamos más elementos.
II PARTE. CONTEXTO NACIONAL
El sociólogo Hernán Godoy en su libro LA ESTRUCTURA SOCIAL DE CHILE, en el capítulo que se refiere a la situación de Chile en general, en el período que nos interesa (mediado de siglo) expresa:
(…) “La economía de este período se caracteriza por el papel decisivo que juega el comercio exterior, a base de la espectacular expansión de las exportaciones, particularmente de minerales. Estos son requeridos por el desarrollo industrial de las grandes potencias…”. (Godoy, H. pág. 185).
Habla de una coyuntura económica y productiva favorable, que incita a perfeccionar el comercio de exportación. Lo que repercute en ambas direcciones: la infraestructura material de la sociedad, la concentración en los procesos productivos, la otra cara de la superestructura ideológica. Comentando a uno de los autores incluidos en su libro recopilatorio, explica:
(…) “los tres sectores económicos decisivos en la sociedad chilena desde la Independencia, que detentaron además el poder político y social. Estos tres grupos eran los productores agropecuarios, los exportadores mineros del norte y las grandes firmas importadoras que monopolizaban respectivamente la tierra, las materias primas y el capital comercial. Los tres grupos de presión tenían intereses coincidentes… etc.”. (Godoy, H. pág. 192).
Interesante esto de los tres sectores económicos decisivos en la sociedad chilena desde la Independencia; que detentaron el poder de la sociedad. En un ambiente “democrático” todavía incipiente, restringido, tenían intereses coincidentes en cuanto a la filosofía libremercadista, pero diferencias en cuanto a sus intereses corporativos. Donde uno de ellos, relevante y decidor fueron los exportadores mineros del norte, no desafiados por una burguesía competidora en su propia área. Lo cual permitió finalmente su participación activa e imprimir cierta dirección a los acontecimientos.
Entre ello se encontraba Pedro Pablo Muñoz. Pero ¿quién fue Pedro Pablo Muñoz? Ya lo sabemos al leer otros capítulos de este libro… Sólo para puntualizar señalemos, sacado del diario El Mercurio en julio de 1882, con motivo de su muerte:
(…) “El señor Muñoz desempeñó en su provincia natal puestos de mucha mayor importancia que lo de diputado o de millonario. (…) “Nació en 1827 en La Serena, educado en Santiago hasta 1849, fue en 1851 el ídolo de la clase obrera de La Serena que despertó en la revolución con una elocuencia brusca pero enérgica.
Ídolo de la clase obrera lo denominan… Es decir, un hombre que marcó impronta en la sociedad y la época que le tocó. Orientado su quehacer individual y social con pensamientos incendiados, incorporados en él desde la Europa científica y filosófica, en el esplendor de su Revolución Industrial.
(…) “Muñoz fue el “Francisco Bilbao” del pueblo coquimbano; i desde entonces siguió con fidelidad, en la próspera como en la adversa fortuna, las ideas un poco metafísicas, pero humanitarias de aquel cèlebre caudilllo i filósofo chileno…” (cit.).
Fue un hijo de su época y circunstancia, el “Francisco Bilbao” del pueblo coquimbano, y supo conectarse comprometidamente a fuerzas que iban más allá de la pequeña ciudad de La Serena. Pero no era el único. Para poner en contexto esta temática, vemos algunos párrafos del investigador Luis Vitale, de su clásico libro LAS GUERRAS CIVILES DE 1951 Y 1859 EN CHILE:
(…)”Daniel Riquelme comentaba: “En esa época todos vivíamos en la atmósfera heroica creada a orillas de este manso Mapocho por los “Girondinos” de Lamartine, libro que se vendía como pan caliente, a seis onzas de oro (…) Había que proceder a la francesa, construyendo barricadas, y de esto se hizo cargo el autor de la idea (Bilbao), que las traía frescas de parís.” (cit. pág. 7).
Se ve las influencias extranjeras, con las ideas de vanguardia. Pues leían a Los Girondinos de Lamartine; cargándose con estas energías más radicales aún que los jacobinos, más hacia el extremo de la revolución europea. Es decir, lecturas inspiradoras en esos hombres entre religiosos y positivistas, capaces de llenar sus pensamientos y acciones de actos heroicos. Una mentalidad colectiva no-plenamente moderna, pero mezclada con elementos tradicionales de raigambre escolástico popular.
Estas ideas revolucionarias que empezaron a circular en Chile se concretizaban en un problema central de la discusión de la época. El conflicto capital-provincias “que nosotros preferimos denominar rebelión de las provincias”. Dice Vitale. Más adelante en el párrafo subtitulado El desarrollo de la guerra civil, lo expresa:
(…) “El Norte Chico se constituyó en uno de los principales focos revolucionarios. La Sociedad de la Igualdad de La Serena, orientada por el tribuno Pablo Muñoz y el periodista Juan Nicolás Álvarez, había contribuido de manera decisiva al triunfo de la oposición en esa zona en las elecciones presidenciales de junio de 1851. No obstante haber sido prohibida por el Intendente Melgarejo el 13 de julio de 1851, realizaba asambleas en el Cerro de la Cruz y seguía agitando sus principios sociales”. (pág. 10).
Sabemos que además de estos personajes mencionados, actuaba también el literato Manuel Concha cuyo pensamiento recordamos hoy en sus conocidas CRÓNICAS SERENENES, pero cuya praxis se involucraba en la totalidad posible de su época, y otros más. Sigue Vitale:
… Vicuña Mackenna describía una de estas asambleas en los siguientes términos: “Yo contemplé una tarde aquella escena enteramente nueva i que producía una impresión viva i desconocida. Oía desde la distancia la voz vibrante del joven tribuno, quien, al estilo de Bilbao, cuyas arengas había él admirado en los clubs igualitarios de Santiago, invocaba en su inspiración los preceptos evanjélicos, el nombre de Jesucristo, supremo libertador, i la teorías de igualdad social que la filosofía sansimoniana había puesto de moda”. (págs. 10-11).
Según Vicuña Mackenna, Pedro Pablo Muñoz era ferviente seguidor de Bilbao, y en definitiva de la filosofía sansimoniana; una mezcla entre ciencia y religión, síntesis entre postulados del vanguardismo racional y principios éticos-filosóficos del cristianismo clásico.
En otra parte de su libro Vitale explica LA GUERRA CIVIL DE 1859: en un contexto de “lucha de intereses materiales (…) “La contradicción Capital-Provincias, de aparente sentido geopolítico, involucraba profundos intereses de clase…” (pág. 38).
Que duda cabe, la sociedad chilena aunque simple en su conformación social, estaba atravesada por profundas contradicciones, económicas, geográficas, políticas. Pero había un conflicto estructural de fondo.
(…) “el choque entre los intereses de la burguesía minera del Norte Chico y de los agricultores y molineros del sur, con la burguesía comercial y latifundista de la región central, representada en lo fundamental por los gobernantes de los decenios”. (pág. 39).
Queda claro los actores protagónicos del momento; en nuestro caso focalizamos el decenio de Montt, 1851-1861, dentro de cuyo período se sucedieron los acontecimientos de las guerras civiles que interesan en La Serena, eje estratégico del conflicto.
Así vemos la ciudad a mediados del siglo XIX. Vitale la denomina la burguesía minera. Y refiriéndose a LA GUERRA CIVIL EN El NORTE CHICO:
(…)”El movimiento revolucionario de esta región tuvo una fuerte base política, financiera y militar que le permitió controlar las provincias nortinas durante cerca de tres meses. (…) “Tuvo el respaldo popular del proletariado minero, los campesinos y los artesanos de las ciudades”. (pág.47).
Tres meses de enconada resistencia no se hacen, así como así no más. Había que tener agallas, convicción, decisión, fuerza espiritual para soportar tales esfuerzos. Resalto esto de …orientación reformista liberal y anticlerical. Es decir, otro sustrato filosófico, anti-clerical y anti-conservador, capaz de movilizar la acción de la gente. Y también expresa que se contaba con… el respaldo popular del proletariado minero, los campesinos y los artesanos de las ciudades.” Sobre todo, en el componente minero, con su configuración caracterológica de tipos rudos, duros, feroces para la lucha (hasta la muerte) acostumbrados a las faenas en que se ganan la vida. Finalmente, en este acápite:
(…) “El 14 de marzo, Pedro León Gallo se anotaba un triunfo de vasta repercusión nacional al derrotar en la batalla de Los Loros al ejército gubernamental. …“Pocos días después, los revolucionarios ocupaban La SERENA, ciudad en la que fueron recibidos en forma entusiasta gracias al apoyo popular que había creado a favor del movimiento el tribuno Pedro Pablo Muñoz, de consecuente trayectoria revolucionaria desde los días de la Sociedad de la Igualdad y de la lucha de los “libres” de La Serena en 1851. También colaboraba con los rebeldes el periodista Manuel Concha a través de su periódico “El Cosmopolita”. (pág. 49).
Detengámonos en la frase: fueron recibidos en forma entusiasta… ¿por quién o quiénes? Es decir, ¿qué grupos de la sociedad serenense eran estos entusiastas recibidores? (Después sabemos que ocurrió… “un aplastante triunfo sobre Pedro León Gallo en la batalla de cerro grande el 29 de abril…”).
Pero en ese momento fueron recibidos, no por el Arzobispo Justo Donoso y sus seguidores, obviamente; los vencedores a la postre de la batalla de Cerro Grande, y que representaban los intereses santiaguinos del gobierno de Montt.
Estamos en presencia de una contradicción: que expresa claramente un choque de ideas/ choque de guerra. O mejor dicho choque espiritual/ choque material, como clímax de procesos sociales que se incubaban en la sociedad en fuerte movimiento de transformación y efervescencia. Justamente para contrastar los elementos de este análisis, consignamos la voz de otros actores del proceso, que percibían las cosas con otros prismas; contraponiendo el clima de ideas o mentalidades operantes en el teatro de la época.
Así lo deja ver el historiador Sergio Villalobos, en su libro Pedro León Gallo, MINERÍA Y POLÍTICA: (…) “El panorama se presentaba favorable y era posible actuar contra La Serena, idea que fue promovida por un respetable vecino de aquella ciudad, P.P.M., impulsor de la causa constituyente. En la capital de Coquimbo, sin embargo, también había una fuerte y apasionada adhesión al gobierno, como se refleja en una carta dirigida el 29 de enero al presidente Montt, por el obispo Justo Donoso”.
Reitera Villalobos el protagonismo de Pedro Pablo Muñoz, y nos dice que también… había una fuerte y apasionada adhesión al gobierno. Entonces ¿quiénes representaban esa fuerte y apasionada adhesión? Y enseguida señala la carta del Obispo Donoso al Presidente de la República:
“Su estimada del 19 del corriente me inspira plena seguridad de la pronta terminación del drama insensato, que han querido representar en Copiapó unos cuantos revolucionarios, impulsados por bajas y ruines pasiones. Sin plan ni concierto y sin contar tampoco con los elementos más indispensables para hacer triunfar sus reprobados conatos, no parece, sino que la Providencia los ha obcecado, para su perdición, y para dar a los anarquistas una saludable y eficaz lección que los enfríe y contenga en la carrera de sus extravíos. Abrigo la convicción de que esa misma Providencia que por largos años se nos ha mostrado tan benévola y propicia, nos preserve igualmente esta vez de los tumores de la anarquía y continuará Chile ofreciendo al mundo el digno ejemplo de probidad, juicio y sensatez…”. (págs. 120-121).
Observemos la frase… impulsados por bajas y ruines pasiones…, o los tumores de la anarquía. Tal era la mirada que el otro bando tenía; la otra cara de la moneda, la que resultó triunfante en el desenlace final de los acontecimientos. Y que impregnaba la mente de importantes segmentos de la población local.
A esta altura, se enfatiza nuestra pregunta: ¿de dónde sacaron su energía e inspiración individual y social estos personajes revolucionarios?, en el contexto de las fuerzas sociales y culturales de la época. Y por otra parte ¿cómo entender las demás vertientes de pensamiento y comportamiento, que lleva a decir a algunos que en La Serena hay aspectos tan dulces, en algunos grupos, u otros tan conservadores? Según se mire arriba o abajo la pirámide social.
No olvidemos tampoco la pregunta metafórica que orienta nuestra indagación ¿qué motivos habría detrás de la actuación de esos 300 serenenses que integraron el Batallón formado por Pedro Pablo Muñoz que fueron a aliarse al Ejército Constituyente de Pedro León Gallo llegado desde Copiapó, y que enfrentaron las batallas revolucionarias?
III Parte. Contexto educativo social
Para este punto citamos unos extractos del trabajo de Miguel Fuentes Cortés (Educación Popular en…, 2009):
(…) “Una elite liberal encabezada por Francisco Bilbao y Santiago Arcos, al interior de la Sociedad de la Igualdad, serán los ejemplos a seguir en materia de organización y educación popular. El ejemplo lo siguió Pedro Pablo Muñoz, fundando la Sociedad de la Igualdad de La Serena. En ese tiempo, encontramos antecedentes sobre la fundación de una escuela en los momentos previos al sitio de La Serena (1851)”.
O sea, había habido un intento de fundar una escuela popular antes de la revolución de 1851. Podemos pensar que estas acciones educativas germinaron en la mente de muchos trabajadores (peones, capataces, arrieros) que participaron en la Escuela Popular, y que a la larga influyeron en las decisiones de los revolucionarios constituyentes el año 1859. En esta línea resume de manera bastante sugerente este autor:
(…) “Posterior a la clausura de la sociedad de la igualdad en 1851, surgen instituciones autónomas de artesanos dedicados, entre otras obras, a instruir al bajo pueblo nacional”. (pág. 2).
Después de la fugaz primera etapa de la Sociedad de la Igualdad, entonces, surgen procesos de instrucción al bajo pueblo, que posteriormente tendrán su protagonismo en la historia local. Así matiza este autor, señalando:
(…) “Se trataba de liberar al artesano y al obrero de su letargo social y político por medio de la instrucción, “se siguió el ideal liberal de la razón y el conocimiento para llegar al cambio social”.
Esto nos dice Fuentes. Con tales argumentos entenderíamos en parte la conexión del pensamiento de los líderes de la revolución y los soldados que los siguieron hasta la muerte, en sus propósitos liberadores.
Por su parte, el abogado y escritor Gonzalo Fernández Meriggio en su libro FRANCISCO BILBAO: HEROE ROMANTICO DE AMERICA, en el capítulo V, La fronda democrática, señala refiriéndose al nacimiento de la sociedad de la igualdad:
(…) “se acordó como programa de admisión la tríade que sigue: 1) ¿Reconocéis la soberanía de la razón como autoridad de autoridades? 2) ¿Reconocéis la soberanía del pueblo como base de toda política? 3) ¿Reconocéis el amor y fraternidad universal como vida moral?” (pág. 148).
Es interesante detenerse en esta suerte de Declaración de Principios, donde priman la razón, la soberanía del pueblo, el amor y la fraternidad. Se habla del poder de la Razón, o la capacidad humana para dirigir su destino. Estos pensamientos llegan acá, a esta tranquila sociedad en formación; en el contexto de la diversidad de los grupos sociales existentes. En otra parte de este capítulo el autor nos explica la lucha por imponer hegemonías; dentro de un clima de ideas germinales. Casi cerrando esta línea argumental, termina diciendo:
(…) “De allí el éxito de la candidatura Montt, mal vista en un comienzo y considerada luego el único muro de contención que se podía oponer a la sociedad igualitaria, ese experimento peligroso de los sansimonianos. Arcos y Bilbao….” (pág. 159).
Nótese el énfasis en decir… ese experimento peligroso de los sansimonianos. Ideas de inspiración francesa; el clima intelectual europeo llegaba a Chile, y a La Serena de esa época. Presentando un cuadro de lucha hegemónicas, la intención de las clases dirigentes en los procesos productivo-económicos y políticos, de imponer sus ideas(les) en la mente de las mayorías.
Es decir, el poder económico-material y el poder ideológico-cultural. El poder de la fuerza y el poder de las ideas, dinamizando el devenir de la sociedad.
IV Parte. Contexto de pensamiento internacional
Para finalizar, comentamos algunas ideas respecto de Saint-Simon (1760-1825), el supraideólogo francés de la época, que nos ayudarán a aclarar nuestro ensayo. Tomamos las referencias del sociólogo Irving Zeitlin en un libro muy conocido de los años ’70 (Ideología y teoría sociológica):
(…) “El conocimiento es, según Saint-Simon, el factor subyacente y sustentador de una sociedad; un sistema social es la aplicación de un sistema de ideas. El desarrollo histórico del conocimiento, o la ciencia, fue una causa fundamental de la transformación de la sociedad europea. El conocimiento constituye, pues, tanto la potencia del progreso como la fuerza cohesiva de la sociedad, la cual es, en efecto, una comunidad de ideas”. (pág. 77).
Vemos el papel asignado al CONOCIMIENTO. En el contexto de la SOCIEDAD conducida por el mismo ser humano, que es percibida como una fuerza en movimiento: un sistema social es la aplicación de un sistema de ideas, decía Saint Simon. Esta doctrina se aplicaba en Europa. Resulta la génesis de la modernidad, política y cultural.
En cuanto a su concepción evolucionista de la historia, nuestro sociólogo nos explica, comparándolo con Hegel: (…) cada etapa encarnaba cierto grado de racionalidad y, por ende, de necesidad. Los dos concebían el desarrollo y el progreso como la lucha de fuerzas opuestas…”. (pág. 78).
Concebían el desarrollo y el progreso como la lucha de fuerzas opuestas. Es decir, toda una percepción historicista. Pensando en los revolucionarios en La Serena, ellos sentían moverse “dentro” de la Razón de la historia; agentes de una fuerza mayor. Por último, en cuanto al tema del Internacionalismo y la Religión, consignamos lo siguiente:
(…) “El espíritu industrial vinculará a los pueblos, en lugar de dividirlos, pues todos los países de Europa tendrán el mismo interés en fomentar la producción, lo cual sucederá de manera creciente”. (pág. 79).
Los hombres son agentes del espíritu industrial, que llevará a construir toda una civilización industrial. Y luego dice Zeitlin respecto del personaje:
(…) “Saint-Simon pensó que surgiría algún tipo de solidaridad profesional y laboral capaz, quizá, de diluir los sentimientos nacionalistas irracionales. Los intereses universales de las profesiones y ocupaciones industriales socavarían y superarían todos los particularismos del viejo orden. Con el tiempo, el sistema industrial abarcaría a toda Europa y, quizás, aun a toda la humanidad”.
Qué duda cabe que el sistema industrial abarcó a toda la humanidad y alcanzó hasta nuestra ciudad, que salía apenas de la modorra colonial, sin implantar aún plenamente una República constituida. Estamos en presencia de fuerzas ideológicas y físicas supranacionales, actuando a través de los actores serenenses y del Norte Chico. Era el idealismo romántico que alimentaba a estos personajes heroicos.
Por último, en relación al tema religioso, ZEITLIN nos aclara:
(…) “El Dios de Saint-Simón es impersonal e inmanente a toda la naturaleza. Su última doctrina es una forma de panteísmo en donde el espíritu y la materia se unen nuevamente. Para Saint-Simón, la moral es básicamente secular y no tiene ningún fin más allá de lo natural. Sólo procurando a los seres humanos “el mayor grado de felicidad que puedan alcanzar durante su vida terrena, lograréis establecer el cristianismo…”. (pág. 82).
Religión y ciencia unidas para emancipar a la sociedad… una forma de panteísmo en donde el espíritu y la materia se unen nuevamente… expresa Zeitlin acerca del filósofo romántico-positivista. Un pensamiento muy diferente a las fuerzas conservadoras representadas por el obispo Justo Donoso, recordado anteriormente.
V Parte. Conclusión
¿Qué lección sacar de este escrito?
Mediados del siglo XIX en La Serena, son años cargados de hechos que explican lo qué somos hoy: un presente heredero de ese pasado. Es decir, herederos de hacendados, empresarios mineros, personal de administración del estado, clero, artesanos y comerciantes y pueblo llano, campesinos y otros. El bajo pueblo.
Hubo una germinación y efervescencia de ideas modernas en La Serena que tal vez no se haya vuelto a repetir. Los revolucionarios guiados por Pedro León Gallo y por Pedro Pablo Muñoz querían cambiar el mundo.
Querían cambiar el mundo… bajo una suerte de pensamiento post ilustración, o post iluminista que tomaba color propio, chileno. Una especie de socialismo utópico, distinto al que va a plantear Marx posteriormente. Para éste último, realizar una eficaz revolución requiere una visión evolucionista concreta, no ingenua; una visión histórico estructural de la sociedad, dividida en clases sociales. Un socialismo científico.
¿Qué hubiera pasado con la dirección de la historia si hubieran ganado la batalla de Cerro Grande? ¿Cómo se hubieran orientado los acontecimientos y la sociedad, con tales ideas liberacionistas? Pero no; en los hechos ganó el conservadurismo católico ultramontano y el gobierno de turno, que de cierta manera siguen “vigentes” en nuestra sociedad y en nuestra señorial sociedad serenense, hasta el día de hoy.
Sin embargo, los herederos reales de todos esos grupos, somos los componentes de la sociedad actual, diversamente compuesta. Una sociedad en dinamismo hacia el futuro, donde esa energía Regionalista Independentista tiene vigencia y fuego. Actualizando la vieja idea Iluminista.
BIBLIOGRAFÍA
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[i] Hablamos de Ilustración tardía en el sentido que en Europa la intelectualidad ya cuestionaba esta corriente filosófica dieciochesca, tachada de “negativa”, y proponía corrientes positivistas que veían a la sociedad como unidad moral, armónica e integrada. En Chile en cambio, esta filosofía ilustrada tomaba vida propia en una suerte de socialismo utópico o romántico, no científico.
[ii] Según el historiador Fernando Moraga en La Serena de mediados del siglo XIX había un alto grado de analfabetismo, no menor al 80%. Lo que hace pensar en qué contenidos de conciencia anidaban en los grupos y las clases; y en el caso del bajo pueblo, en sus motivaciones mezcla de intereses instintivo-materiales y mágico-religiosos, heredados de la tradición popular colonial.
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