EL DOCUMENTO
“Relación histórica y de geografía física de los viajes hechos en la América Meridional de orden de Su Majestad durante los años de 1795 y 1796, por D. Cristiano y D. Conrado Heuland, ambos comisionados por el Rey Nuestro Señor a las Américas septentrional y meridional con objeto de hacer colecciones de Mineralogía y Conchiología para el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid”.
Tal es el título completo del manuscrito, publicado por el P. Agustín Barreiro, de la Orden de Los Agustinos en 1929[1].
El R.P. Barreiro señala en la Advertencia Preliminar de su edición que, revisando el Archivo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid “…dimos con un manuscrito formado por nueve cuadernos de papel de hilo, en folio menor, escrito por ambas caras con letra clarísima y firmado el último por Cristiano Heuland en Santiago de Chile el 12 de febrero de 1797”[2].
Eran entonces los años de reinado de Carlos IV, sucesor de Carlos III. Ambos vendrían a ser el prototipo español de los Monarcas Ilustrados, quienes gobernaron teniendo como una de sus motivaciones, el conocimiento científico y que todo desafío para enfrentar el progreso humano podía ser solucionado por el simple uso de la razón.
Muy importantes fueron los informes de los viajes realizados durante el siglo XVIII por Alejandro Malaspina (1754–1809)[3], los de Antonio de Ulloa (1716–1795) o los de Alejandro von Humboldt (1769–1859)[4], destinados al estudio de la historia natural, social o política de América[5] . Desafortunadamente, ninguno de ellos recorrió nuestro territorio y que, salvo escasas excepciones, no fue visitado por científicos de fuste en los años anteriores a la Independencia nacional.
En 1978, esta vez bajo el título de “Expedición Científica de los Hermanos Heuland (1795–1800)”, este documento fue reeditado por Juan Carlos Arias Divito[6]. Este autor, según señala en el Prólogo de esta nueva versión, al revisar el archivo existente en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, encontró una mención acerca de la existencia de tres cuadernillos más, firmados en Cochabamba el 15 de julio 1800, que serían la continuación de los existentes, pero éstos no fueron ubicados[7].
Arias Divito, además de reeditar la Relación Histórica de los hermanos Heuland, realizó un resumen pormenorizado de ella, citando, también, las fuentes en las cuales se informa del número de cajones con muestras de minerales, fósiles y otros tipos de ejemplares, enviados por los hermanos y recibidos en España incorporando, además, un plano, por demás muy simplificado, de la ruta recorrida y otros detalles acerca de la expedición, como veremos más adelante.
Por nuestra parte, insertamos fragmento de la Relación… en una Antología que publicamos en 2011, cuya finalidad fue transcribir documentación histórica seleccionada, vinculada a la Región, escritas por viajeros y científicos, entre otros, en aquellos capítulos que hacen referencia a los territorios visitados por ellos. Para entonces, ya habíamos concebido la idea de publicar el documento completo, dado el hecho que su existencia –cosa curiosa–, poca o ninguna atención ha recibido de los historiadores y geógrafos nacionales, especializados en materias referidas al siglo XVIII[8].
Por el contrario, en temas específicamente relacionados con la geología y minería, este documento ha sido profusamente utilizado, particularmente en España, Argentina y en Chile[9].
LOS AUTORES
Poco o nada sabemos acerca de los hermanos Cristiano y Conrado Heuland. El P. Agustín Barreiro, sólo señala en la “Advertencia Preliminar” de su versión que fueron “…alemanes de nación y de gran competencia en cuestiones de Mineralogía, como discípulos, sin duda, de la famosa Escuela de Minas establecida en Freiberg. A éstos se les dio además la comisión de trabajar la Geografía Física de aquellos reinos”[10].
Por su parte, Juan Carlos Arias Divito, autor, como ya hemos anotado, de la segunda edición española de este documento, agrega que, según opinión de José Clavijo, en carta dirigida al Duque de Alcudia, que Cristiano Heuland era “sujeto muy versado en la Mineralogía como que ha sido este el estudio toda su vida, y ha dado pruebas de su pericia, en esta parte, el Catálogo científico de la gran colección de su tío Jacob Forster, el cual existe en el Real Gabinete. Igual conocimiento tiene en la conchilología a que se ha dedicado con esmero y cuya parte es bastante esencial para este Real Museo…”[11].
Según Arias Divito, “Los Comisionados de cada especialidad –que iban encargados a los Reynos de Nueva España y del Perú– percibirían un sueldo de 1.000 pesos anuales y llevarían un Asociado con una asignación de 900 pesos anuales para el mismo. Se concedieron a Francisco Xavier Molina los honores de Criado de la Real Casa, y se autorizó para portar armas. Heuland, por su parte, solicitó y obtuvo permiso para usar uniforme de Comisario de Guerra[12]”.
UN POCO DE HISTORIA
El 17 de septiembre de 1794, Juan Godoy, Duque de Alcudia firmaba la que vendría a ser la “Instrucción a que deberán arreglarse d. Cristiano y don Conrado Heuland, comisionados por el Rey para pasar a las dos Américas a hacer colecciones de Minerales, cristalizaciones y demás fósiles, e igualmente de conchas para el R. Gabinete de Historia Natural, como también para escribir la Historia Físico Mineralógica de aquellos Reynos”.
Mucho antes, el Director del Real Gabinete D. José Clavijo, al comprobar la pobreza que sobre el conocimiento de la riqueza natural y mineralógica, de la potencialidad de la variada flora y fauna de los territorios americanos, sobre la cual existían escasísimas exploraciones o estudios realizados por científicos o personas preparadas, envió en 1793 al Duque de Alcudia un memorial con sus inquietudes, “…encareciéndole la gran conveniencia de que pasasen a las Américas algunos colectores expertos para recoger muestras de las colecciones naturales”.
Al acceder el Duque a esta petición, nombró en principio a D. Francisco Javier Molina para realizar esta labor, particularmente en lo referido a las colecciones de botánica y zoología. Por asuntos de salud, Don Francisco no logró formar parte de la expedición. De esta manera, el Instructivo se refirió directamente a Cristiano Heuland como el responsable directo de la misión encomendada.
Si bien existía a la fecha documentación acerca del Reyno de Chile, proveniente de escritores nacionales, tales como las obras del Abate Molina[13] o la de Alonso de Ovalle, publicada en 1644, escasas eran las informaciones[14]. sobre nuestro territorio, en materias tan importantes como aquellas relacionadas con la geografía, su riqueza natural o mineralógica. La Descripción del Reyno de Chile escrito por T. P. Haenke en fecha similar a la de nuestros viajeros, no ha sido fuente particularmente confiable para los historiadores Chilenos1[15].
No obstante, durante el siglo XVIII, los gobernadores habían tenido especial cuidado de llevar registro de los minerales existentes, de su producción, calidad y proyecciones. Tal es el caso del Informe del Subdelegado Miguel Riveros Aguirre, el que incluye la “expresión” de minas, realizada por el Capitán de Ejército Don Víctor Ibáñez de Corbera, Diputado del Ramo de Minería del Partido de Coquimbo en 1792[16].
Abundaban, no obstante, menciones y referencias muy generales, acerca de estas materias, provenientes de la pluma de viajeros o funcionarios reales, las cuales quedaban más bien como legajos archivados en los numerosos vericuetos de la Real burocracia. No deja de sorprendernos el hecho que trajeron con ellos, como se verá, una serie de instrumentos destinados a profundizar sus estudios y observaciones.
Mención especial, en lo que se refiere al Norte Chico, es la Relación del Obispo Alday, en la cual se detalla un derrotero muy acotado de lo que fuera conocido como el Camino Real, desde Copiapó hasta llegar a Santiago. Desafortunadamente, el obispo indicó la ruta recorrida, sólo por aquellos lugares en los cuales existía alguna población como para entregarle el mensaje evangelizador, adoctrinar, bautizar o unir con el sagrado vínculo del matrimonio, a aquellas parejas que lo hacían de hecho, sin entrar en mayores detalles acerca de las características geográficas o culturales de los territorios que le tocó visitar[17].
Tal como podrá advertir el lector, la Instrucción… detalla cada materia que los hermanos Heuland debían abordar o investigar particularmente, abstenerse o simplemente cumplir, recomendando “…desempeñar con honra, celo y economía la confianza que el Rey hace de su persona para este importante encargo”[18]. En cuanto a las prevenciones, por demás abundantes y detalladas, podemos destacar la prohibición a mezclarse en asuntos comerciales, levantar planos o realizar diseños de terreno alguno, o ejercer presión o “extorsión” a ninguno de sus vasallos. España ya estaba, para entonces, muy preocupada que pudiera difundirse información detallada de sus colonias, puesto que las potencias europeas siempre habían puesto sus ojos en los vastos territorios americanos, y la debilidad del Imperio Español. Para entonces, eran evidentes los aires de independencia que ya rondaban por las calles y salones de las ciudades americanas
Llama la atención el detalle de las labores a cumplir, refiriéndose en particular al Reyno de Chile (Item 2º), lo que nos indica claramente que el Real Gabinete tenía un conocimiento algo más detallado de su riqueza minera. Tal vez no le fueron desconocidos algunos informes provenientes de las visitas que cada cierto tiempo eran realizadas por los funcionarios reales de la Capitanía General.
GEOGRAFÍA Y MINERÍA
En el prólogo del Profesor de Mineralogía y Geología, Don Claudio Canut de Bon que acompaña esta edición, se puede apreciar la importancia que este documento resulta para la historia Nacional y Regional, incluyendo los acápites en que se refiere a la jornada cumplida entre Buenos Aires y Santiago de Chile, en concordancia a las descripciones geográficas como a lo relativo a la minería, y que detalla la producción de cada centro productivo visitado, sus características mineralógicas y geológicas, calidad y cantidad del mineral extraído, amén de la identificación de sus propietarios, técnicas de explotación[19]. Sin embargo, lo más asombroso de todo, resulta la exigencia manifestada en el Instructivo que “De todos los metales y demás fósiles de las Américas, deberá el Comisionado hacer colecciones, repitiendo el número de las piezas en razón de su singularidad, o de su hermosura, y particularmente de los metales más notables y los semimetales, pues todos los Naturalistas de Europa anhelan por los minerales de América…”[20]. Más aún, “…no se ha de entender que se excluya de ella el recoger las curiosidades del arte, como son armas, instrumentos, trajes, muebles, máquinas, ídolos, etc., etc. de los indios antiguos y modernos…”[21], misión que fue cumplida al pié de la letra, que dando demostrado el estricto cumplimiento de esta instrucción.
No obstante, la Relación… de los hermanos Heuland contiene, como se verá en el documento, observaciones que, en más de una oportunidad, se saltaron alguna de las “prevenciones” que contenía el instructivo. Seguramente no pudieron abstraerse de la motivación a describir –en algunos casos con especial detalle– poblados, ciudades y paisajes, imposible no les despertara su curiosidad y admiración. En 1802 llegaron al Gabinete de Historia Natural de Madrid, 177 cajones que contenían las muestras de minerales y otras tomadas del reino natural, además del Informe que a continuación damos a conocer[22].
El texto aparece dividido por varios capítulos o subcapítulos, cuyos títulos resumen su contenido. Sólo para nuestro propósito, nos permitimos remitirnos a la siguiente división, sólo en ordenar la secuencia de su lectura: a) Desde el inicio del viaje desde La Coruña (España) el 13 de noviembre de 1794, hasta arribar a Montevideo (Uruguay) el 17 de enero de 1795. Aquí se detienen a describir la ciudad y puerto del Virreinato de Buenos Aires; b) De Buenos Aires a Mendoza y territorios adyacentes, durante el cual describen con detalle el largo derrotero hasta Cuyo. c) Exploraciones realizadas en el territorio cuyano, en su paso hacia Chile, hasta el arribo a Santiago el 8 de Mayo, ciudad en la cual no se detuvieron mayormente, sin entregar ninguna observación acerca de ella para, finalmente, arribar a Valparaíso el 24 de Junio; d) Inicio de los recorridos en los territorios de Copiapó, desde la llegada a Caldera el 1º de Julio, salida para el valle del Guasco (sic) el 22 de Enero de 1796 e inicio de la jornada hacia Coquimbo el 17 de Febrero y e) Recorrido desde Coquimbo el 25 de febrero, hasta el término de su cometido, cuya fecha la adscribimos en el folio final del documento, signado en Santiago el 12 de Febrero de 1797. Del resto de su visita, aún no se encuentra mención directa.
Para esta edición, nos hemos basado en la versión transcrita por el R.P. Agustín Barreiro, siguiendo estrictamente su redacción y ortografía, puesto que no tiene mayores diferencias con aquella publicada por Arias Divito. De allí que nuestra versión, más que una transcripción, corresponde a una versión tomada directa del original. De allí que la arcaica redacción y ortografía la hemos mantenido tal cual.
El padre Barreiro transcribió, además, el instructivo completo, detalle no menor para entender con mayor claridad el celo y objetivos precisos que requería la Corona Española al auspiciar ésta y otras expediciones, cual era en último término, estudiar la realidad americana.
Hemos agregado, en calidad de Apéndice, el listado de nombres de los propietarios de los yacimientos y mineros que los autores citan a lo largo de su recorrido. Nos parece interesante, para comprobar de qué manera estaba ya concentrada la propiedad minera.
La escasa cantidad de estudios o menciones científicas acerca de los territorios del Chile semiárido durante el período colonial, convierten a la Relación de los hermanos Heuland, que ahora se publica completa y comentada por primera vez en Chile, en un documento de enorme importancia para los estudios de geografía y medio ambiente del denominado Norte Chico, amén de la profusa y detallada información acerca de la minería y sus yacimientos, hacia fines del período colonial, y que constituirá –a mi juicio– fuente motivadora para otros investigadores y variados análisis.
AGRADECIMIENTOS
No puedo menos que agradecer al Gobierno Regional en haber acogido este proyecto, presentado por intermedio de SPPMG y a su directiva, quienes lo acogieron y auspiciaron, y a Don Arturo Volantines, quien se ha hecho cargo de esta edición. A mi esposa y colega en estas tareas de recuperar pedazos de la historia Regional. Sin su ayuda, este libro habría sido publicado con una serie de graves errores y de ausencias documentales evidentes.
Debo llamar la atención, por último, acerca del Padre Agustín Jesús Barreiro (1865–1936), pues no se trata solamente de ser autor de una transcripción documental. Barreiro es un científico ampliamente conocido en la literatura de las ciencias naturales e históricas de España y América; su introducción al documento, contiene interesantísimas observaciones, las que me motivaron a llevar a cabo esta edición.
Luego de recibir las Órdenes, fue enviado a las Filipinas. De regreso en 1894 a Valladolid, manifestó su inclinación hacia las ciencias naturales. Durante su vida publicó numerosas monografías y estudios referidos a América. En 1923 publicó La expedición de Alejandro Malaspina y la conocida Relación del viaje hecho a los Reynos del Perú y Chile por los botánicos y dibujantes enviados para aquella expedición… de Ruiz, Pavón y Domsey, (1777–1778) en 1931. Esta información nos fue aportada por el R.P. agustino Osvaldo Walker, por intermedio del Profesor Herman Zepeda F., a quienes expresamos nuestra profunda gratitud.
[1] Barreiro, Agustín: El viaje científico de Conrado y Cristián Heuland a Chile y Perú, organizado por el Gobierno Español en 1795. Imprenta del P. del H. e Intervención de Militares, Madrid 1929.
[2] Ibíd., pp. 4.
[3] Véase: Sagredo Baeza, Rafael; González Leiva, José Ignacio, La Expedición Malaspina en la Frontera Austral del Imperio Español, Editorial Universitaria, 939 pp. Santiago. Chile, 2004.
[4] Véase: Humboldt, Alejandro Von: Cartas americanas. Biblioteca Ayacucho. Caracas – Venezuela. 1980. Del Orinoco al Amazonas. Editorial Labor, S.A. Caracas – Venezuela.1982; Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. (2ª ed.). Monte Ávila Editores. Caracas – Venezuela 1991, 5 volúmenes.
[5] Véase: Antonio de Ulloa, Noticias Americanas. Editorial Nova, Buenos Aires 1944.
[6] Arias Divito, Juan Carlos: Expedición Científica de los hermanos Heuland, (1795–1800). Ediciones Cultura Hispánica del Centro Iberoamericano de Cooperación, Madrid España 1978.
[7] Ibíd. Pág 7.
[8] Véase: Ampuero B., Gonzalo y Vera Sch., Ruth: Noticias del pasado. La Región de Coquimbo 1540–1940. La visión de conquistadores, científicos, viajeros y cronistas, Editorial U. de La Serena, pps. 43–63. La Serena, diciembre de 2011.
[9] 9. Véase, entro otros estudios: Gutiérrez, E.: Preparativos de la expedición de los hermanos Heuland a Chile y Perú. 1795–1800. Edición Comisión V Centenario, Museo Nacional de Ciencias Naturales–CSIC., pp. 29–38. Madrid. España 1987; Guirao, A. Notas para la clasificación de las expediciones españolas del siglo XVIII a América. En IV Congreso Sociedad Española de las Ciencias y de las Técnicas, Vol. II, pp. 585-595, Valladolid, España 1988; Oyarzun, R., Martínez Frías, J. y García Guinea, J.: Expedición Heuland (1795–1800. La minería de la época en el contexto de la metalogenia actual. En: La expedición mineralógica de los hermanos Heuland a Chile y Perú. 1795–1800. Edición Comisión V Centenario, Museo Nacional de Ciencias Naturales–CSIC., pp. 53–80, Madrid España 1987; Montero, A. y Diéguez: Datos para la paleontología chilena. La paleontología en la expedición Heuland a Chile y Perú. Museo de Ciencias Naturales, Asciepo, Vol. L–1, Madrid España 1998; Sánchez Almazán, J., Alcalá L. y Sánchez Chillón, B.: Las colecciones de geología del M.N.C.N. Madrid España 1990; García Guinea, J. (Coordinador): La expedición mineralógica de los hermanos Heuland a Chile y Perú (1795–1800) M.N.C.N., Madrid España, 1987.
[10] 10. Barreiro, Agustín, pp.4–5. A nuestro juicio, pudieren haber sido originalmente franceses o de los territorios de Flandes, pues existe un pueblo que lleva por nombre Heuland.
[11] 11. Documento citado por Arias Divito, Juan Carlos, op. Cit., pág. 12.
[12] Ibíd., pág. 12.
[13] Molina, Juan Ignacio: Compendio de la Historia Geográfica, Natural y Civil del Reyno de Chile, Antonio Sancha, Madrid 1778.
[14] Ovalle, Alonso de: Histórica Relación del Reino de Chile. Instituto de Literatura Chilena, U. de Chile, Santiago 1969.
[15] 15. Haenke, Thaddeus Peregrinus: Descripción del Reyno de Chile. 1794. Editorial Nascimento, Santiago 1942, con Introducción Analítica de Agustín Edwards M.C.
[16] Pinto R., Jorge: Dos Informes relativos al Partido de Coquimbo, 1790–1792. U. de Chile, Sede La Serena, Departamento de Ciencias Sociales, Área de Historia de Chile y de Historia de América, 1979. (mimeografiado). Contiene el Informe del Subdelegado Miguel Riveros Aguirre sobre las tareas de gobierno, al abandonar el cargo que ostentaba en 1790. El Informe de Corbera fue publicado por nosotros, omitiendo los acápites referidos al detalle de las minas. Véase Ampuero B., Gonzalo: La Serena en la Región de Coquimbo. En busca de la Identidad perdida. Edit. LOM, Santiago 1998.
[17] Relación de la Primera Visita que hizo el señor Obispo de Santiago Don Manuel Alday y Aspee, a la zona norte de su Obispado, publicado por el Prof. Hernán Cortés O., U. de Chile, Sede La Serena, Depto. de Ciencias Sociales, Área de Historia de Chile y de Historia de América, 1980 (Mimeografiado).
[18] Instructivo, Ítem 18º.
[19] Los autores dedican parte importante del texto a describir su travesía desde Buenos Aires a Santiago. Su contenido ha sido de especial importancia para los científicos y lectores argentinos.
[20] Instructivo Item 5º.
[21] Instructivo Item 12º.
[22] Barreiro, Agustín, Ibid, pp. 14. Desafortunadamente, si bien fue publicado en España el detalle de estas colecciones, nunca han sido analizadas por expertos chilenos. Arias Divito agrega otros detalles acerca de este tema. Hemos incluido dos láminas pertenecientes al Museo de Historia Natural de Madrid, y que corresponden a un registro de la colección Heuland allí depositada.