La relación de la poetisa (Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga – 07/04/1889 – 10/01/1957) con su padre don Juan Jerónimo Godoy Villanueva (padres Gregorio Godoy e Isabel Villanueva), a quien Gabriela consideraba, según lo que le habían contado, que tenía una relación de parentesco con la familia de Jotabeche*, no era de rechazo, “mi recuerdo de él pudiese ser amargo por la ausencia, pero está lleno de admiración de muchas cosas suyas y de una ternura filial que es profunda” (carta de Gabriela a Virgilio Figueroa, Puerto Rico, 1933).
Don Jerónimo nació en el Valle del Huasco un 12 de septiembre de 1857 en San Félix, cuna de payadores, realizó sus primeros estudios en su pueblo natal, posteriormente “se educó en el Seminario de La Serena hasta el último año de estudios; era un buen latinista; hablaba un bello francés; dibujaba con mucha facilidad; tenía una pasión del folklore musical del norte, y hacia excelentes versos de tipo clásico, de los cuales mi hermana conserva un poema dedicado a mí que yo suelo repetir con dulzura y melancolía” (ídem. Carta citada). El poema que se refiere Gabriela es “Canción de Cuna”; ¡Oh, dulce Lucila/ que en días amargos/piadosos los cielos te vieron nacer/Quizás te reserve/ Para ti, hija mía, /el bien que a tus padres no quiso ceder!
Hay unas declaraciones de Laurinda Ossandon Donoso, prima en segundo grado por línea paterna, la cual expresa, que en el año 1906, Gabriela vivió en su casa, “a Gabriela le gustaba decir poesías y a su padre le agradaba escucharla. Para esto, la subía a una mesa y le decía: “ya, mijita, dígame esa poesía que me gusta tanto”… el tío Jerónimo fue también muy aficionado a componer versos. Pero, en el fondo, era muy bohemio y afecto al “pajarete”, el popular licor del norte. Cantaba también sin guitarra, pero, como observaba mala conducta, faltaba a clases, por lo cual mi padre estaba siempre recriminándolo: “pero, Jerónimo. ¡No seas así!…¡hazlo por tu hija!(Revista Vea, 1958).
Algunos estudiosos de Gabriela sostienen que heredó de su padre; las sandalias andariegas, su carácter firme, su vocación de maestra, la vena poética y sus ojos verdes. “Es absolutamente falso que mi padre fuese blanco puro. Mi abuela, su madre, tenía un tipo europeo puro; su marido, mi abuelo, era menos que mestizo de tipo, era bastante indígena” (Biblioteca Nacional). También afirmó: “mi abuela paterna era una mujer ancha, vigorosa, físicamente parecida a mí” (Revista Vea 1954).
Trabajo como educador en diversas localidades, entre ellas; Valle del Huasco en San Félix y Quebraditas (Freirina); Valle del Limari en Panulcillo; Valle de Elqui en Escuela La Unión (Pisco Elqui), además estuvo en la ciudad de Santiago, como Director del Colegio de San Carlos Borromeo y finalmente en, Tierra Amarilla (Atacama) haciendo clases particulares, donde se enferma de neumonía y fallece en Copiapó un 30 de agosto de 1911, siendo enterrado en dicho cementerio.
Gabriela también tenía un gran apego a la tierra como su padre, en diferentes poemas; “País de las ausencias”, “La Extranjera”, “Patrias”. En el artículo “Elogios de la Tierra de Chile”, muestra su interés de volver a tener contacto con los objetos, costumbres. Los recuerda con nostalgia y por ello, siempre andaba trayendo un poco de tierra del Valle de Elqui (su Patria chica) envuelta en un papel café.
Finalmente según la prima “no hay más parientes, son de familia corta. Todos los parientes directos de Gabriela, sus padres y su única hermana, Emelina, a la que yo no conocí, murieron. Los demás que se digan sus parientes son falsos. Yo soy la última de su rama familiar”.
*José Joaquín Vallejo Borkoski (1811-1858), padres Ramón Vallejos y Guerra – Petronila Borkoski Pérez, perteneciente al Movimiento intelectual de 1842 y Diputado por Vallenar y Huasco (1849-1852). Personalmente he estado frente a la tumba de sus padres en el cementerio de Vallenar.